Si bien la enfermedad tiene consecuencias negativas en todas las edades, su impacto es, de nuevo, aún más visible en los pacientes adultos. Afectando gravemente a actividades cotidianas (elección de vestido, maquillaje y cuidado personal, vida social), las relaciones interpersonales y la vida sexual.
De hecho, el exceso de prurito y picor puede incluso interferir en el sueño y descanso nocturno, con las consecuencias lógicas que eso conlleva. Los adultos atópicos sufren más frecuentemente alteraciones del sueño (insomnio: duración acortada, dificultad de conciliación, despertar precoz), y, en consecuencia, presentan mucha más fatiga y somnolencia diurna que la población general.
A medida que se agrava la enfermedad, el impacto de la DA grave en la salud mental puede desencadenar un riesgo elevado de depresión, ansiedad e ideación suicida.
En la práctica es difícil correlacionar la gravedad de la DA y su impacto en la calidad de vida, ya que los aspectos negativos suelen ser subestimados por los pacientes que la sufren. Estos pacientes se "resignan" a convivir con la enfermedad y tienden a no verbalizarlo.
Otros factores como la afectación de zonas visibles (cara) o genitales son predictores de un mayor deterioro personal. También pueden producir una retracción en las relaciones y fomentan la baja autoestima del paciente.
"La DA puede condicionar la vida de quienes la padecen y provocar insomnio, ansiedad y síntomas de depresión, así como sensación de aislamiento."
Impacto en la sociedad
Además, la DA puede provocar que se pierdan muchos días de trabajo y causar una menor productividad, así como frecuentes visitas al médico y al hospital.
En Europa (según datos de la UE15), los pacientes informan de que el rendimiento laboral se ve afectado en un 10 % durante una exacerbación de la enfermedad, con un promedio de 2,7 días/año de ausencias laborales debido a exacerbaciones. Esto supone un total de 2.300 millones de €/año de productividad perdida.
Aún así hay que destacar que la prevalencia de la DA grave es muy baja en España. Se calcula que es del 0,083% de la población.
En las familias, la dermatitis atópica puede conllevar costes médicos adicionales, además del tiempo dedicado a cuidar de quienes padecen la enfermedad.
