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El cohete valenciano

Desde Elx a la órbita terrestre

Payload Aerospace ha conseguido financiación privada y pública y prevé competir en el mercado internacional

Raúl Verdú y Raúl Torres, en una feria aeroespacial. p.a.

Una empresa valenciana nacida en el seno de la Universidad Miguel Hernández de Elche tiene previsto iniciar en los próximos meses las pruebas del motor de un cohete capaz de situar en la orbita terrestre pequeños satélites de hasta 100 kilos de peso.

Payload Aerospace ha conseguido financiación privada y apoyos públicos suficientes para experimentar un nuevo motor de cohete que abarata el coste de situar en la órbita terrestre pequeñas cargas. El mercado potencial es «enorme», según fuentes de esta empresa que «huye» de vender «humo», pero que asegura estar en los plazos previstos para lanzar, dentro de tres años, su primer cohete orbital.

Por el momento, la Generalitat Valenciana tramita ya los permisos para construir en una parcela de Salinas un centro de experimentación en el que probarán los motores que han diseñado. Este centro de experimentación no será sin embargo el escenario de los futuros lanzamientos. Según Raúl Torres, uno de los socios, la idea inicial es hacerlo desde Canarias o desde la base militar del Arenosillo, en Huelva, donde en los años sesenta el Gobierno español ya realizó algunos experimentos con cohetes.

Raúl Verdú, otro de los jóvenes ingenieros que lidera la iniciativa aseguró ayer a Levante-EMV que necesitan experimentar con el motor a una escala mayor y próxima al tamaño definitivo, algo que no pueden hacer en el laboratorio de la Universidad Miguel Hernández donde actualmente tiene su sede la empresa.

A 250 kilómetros de altura

Si todo sale según lo previsto, Raúl Torres y Raúl Verdú, junto a su otro socio, José Enrique Martínez, lanzarán un cohete a más de 250 kilómetros de la superficie terrestre cargado de 200 kilos de experimentos científicos.

El proyectil medirá 13 metros de largo y 0,65 de ancho, y su peso estará próximo a los 2.000 kilos. Con una ligera modificación, este mismo cohete podrá «escalarse» hasta un nuevo prototipo capaz de superar la gravedad terrestre y situar un satélite en órbita.

Raúl Verdú subrayaba ayer que la fase de financiación «está completa». Disponen de 800.000 euros, entre capital público y privadoaportado por un grupo de inversores valencianos comprometido en el apoyo de ideas innovadoras para poner en marcha su iniciativa. «Ahora falta la parte técnica»explica Raúl , deseoso de realizar las primeras pruebas en «el banco de ensayos de motores de cohete de combustible líquido» que se construye en Salinas.

«Lo que aporta nuestra investigación es un motor que utiliza tecnologías disruptivas, que no se utilizan en cohetes y que puede abaratar mucho el coste de poner en órbita los materiales», asegura Raúl.¿Dónde está el negocio y de qué modo es posible competir con grandes corporaciones y Gobiernos?

La clave, aseguran los promotores es el mercado latente para pequeños satélites de apenas 40 kilogramos de peso.

Un gran mercado potencial

Cabe recordar que los primeros satélites en órbita pesaban entre 5 y 10 toneladas y requerían también de grandes propulsores. La NASA, la Agencia Espacial Europea, rusos y chinos, pugnan por este mercado mientras que para los microsatélites entre 1 y 100 kilogramos el abanico está mucho más abierto y cada vez hay más empresas privadas interesadas en su desarrollo.

Una mezcla de precio reducido, robustez y fiabilidad es la clave en el negocio en el que estos jóvenes emprendedores, que hace unos años ganaron un premio con su iniciativa en la Universidad Politécnica de Valencia, están dispuestos a triunfar.

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