Efe/AP, Islamabad

Tres días después del seísmo que causó decenas de miles de muertos y dejó cuatro millones de personas sin hogar en Pakistán, sigue la búsqueda de supervivientes, pero la dificultad de acceso al área devastada reduce las esperanzas.

La destrucción causada por el seísmo del sábado, sin precedentes en la corta historia de Pakistán, ha sobrepasado los peores augurios pues ya se calcula que ha podido costar la vida a 40.000 personas, aunque el Gobierno de Islamabad sigue hablando de poco más de 20.700 víctimas, a las que hay que sumar más de 800 muertos en la parte India de Cachemira.

Organizaciones humanitarias creen que el terremoto ha dejado además cuatro millones de paquistaníes sin hogar, la mayoría de ellos en una zona que sufre crudos inviernos, por lo que se precisan grandes cantidades de alimentos, comida, medicinas y refugios.

El terremoto barrió decenas de pueblos de Cachemira y la vecina provincia de North West Frontier, mató a granjeros, albañiles, soldados y escolares, y provocó aludes de tierra que han bloqueado muchas carreteras y están dificultando las tareas de rescate.

Según la Célula de Gestión de Crisis del Ejecutivo, se precisarán varias semanas para evaluar la auténtica magnitud de la catástrofe porque muchas localidades, que tenían miles de habitantes, siguen siendo inaccesibles por falta de comunicación.

EE UU se vuelca con su aliado

Ese organismo ha admitido que ninguna institución del país tiene suficientes recursos para responder al mayor desastre natural vivido en Pakistán, mientras el presidente, general Pervez Musharraf, ha pedido ayuda internacional para obtener medicinas, tiendas de campaña y helicópteros con que acceder a las zonas más remotas.

Tanto Musharraf como Naciones Unidas han señalado que ahora la principal prioridad es lograr helicópteros, mientras Estados Unidos ha anunciado el envío de ocho de esos aparatos desde el vecino Afganistán y una ayuda de 50 millones de dólares, en una operación de ayuda a un aliado que considera clave en la guerra contra el terrorismo.

Además, un equipo estadounidense de respuesta rápida a urgencias llegó ayer mismo a Islamabad, cargado de mantas, tiendas de campaña, medicinas y alimentos.

Los integrantes del equipo tendrán, entre sus tareas, evaluar las necesidades más perentorias de los damnificados y coordinar la ayuda estadounidense.

Un segundo equipo tiene prevista su llegada hoy, a bordo de un avión militar de transporte C-17 y dos C-130, con la misión de coordinar el apoyo logístico a las operaciones de rescate. «Estamos teniendo problemas logísticos. Las carreteras no están en buenas condiciones para llevar grandes suministros y ahora lo que nos apremia es el tiempo», apuntó ayer Andrew McLeod, portavoz del equipo de Evaluación y Coordinación de Desastres de la ONU.

Muchas carreteras siguen bloqueadas por deslizamientos de tierra en la Cachemira paquistaní, donde han quedado destruidos hospitales y escuelas y donde apenas funcionan las comunicaciones, la electricidad y el suministro de agua.

«Se ha perdido una generación»

La búsqueda de supervivientes la están realizando en numerosas ocasiones familiares desesperados que, sólo con sus manos, escarban entre los escombros en que han quedado reducidas miles de viviendas.

Muchas de las víctimas fueron niños porque a la hora temprana en que se produjo este sábado el seísmo, las 8.50 hora paquistaní (las 3.50 GMT), las escuelas estaban abiertas. «Se ha perdido una generación en las zonas más dañadas y entre los más afectados se encuentran los niños», aseguró Shaukat Sultan, portavoz de las fuerzas armadas, en declaraciones recogidas por la cadena británica BBC.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) calcula que el número de muertos por el terremoto del sábado podría llegar a ser 40.000 personas, la misma cifra que se maneja extraoficialmente, y mostró su preocupación por el número de niños entre los afectados.

La ciudad más afectada es Muzzaffarabad, capital de la zona paquistaní de Cachemira, en la que estuvo el epicentro del seísmo de 7,6 grados en la escala de Richter y donde, según el Gobierno paquistaní, murieron 11.000 personas.

El acceso por carretera a esa localidad ha estado días cortado desde Pakistán y también desde la India, donde se desplomó un puente que unía ambos lados de Cachemira, lo que impedirá que vuelva a funcionar el autobús Caravana de la Paz que unía los dos países.

En la ciudad de Balakot, el 90 por ciento de sus edificios han desaparecido y se cree que no hay apenas supervivientes, según dijeron ayer fuentes del Ministerio paquistaní de Interior.

Se calcula que en North West Frontier murieron más de 10.000 personas, incluyendo 7.000 sólo en el distrito Hazara, mientras en Cachemira la cifra de víctimas puede ser de 30.000, según las autoridades locales.

Ciento cuarenta réplicas

En áreas de Hazara muchos de los damnificados se han refugiado en parques y zonas abiertas, lejos de sus casas, por el temor de que vuelta a producirse otro terremoto, ante el elevado número de réplicas que se han producido desde el sábado.

Desde ese día ha habido más de 140 réplicas, de las cuales al menos 23 han sido de magnitud superior a los 5 grados en la escala de Richter.

Sin embargo, el director general del Departamento Meteorológico de Pakistán, Qamar Zaman, dijo ayer que el período crítico concluye esta noche y que después no hay amenaza de un nuevo terremoto de gran magnitud.