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La anunciada asamblea (jirga) de la paz afgana, de la que se espera que salga el germen para poner en marcha el delicado diálogo con los grupos insurgentes, fue inaugurada ayer en medio del impacto de dos proyectiles y un abortado atentado suicida.

El primer cohete cayó en el área de Badam Bagh de Kabul, a unos 600 metros de la carpa habilitada para la asamblea justo cuando el presidente afgano, Hamid Karzai, pronunciaba el discurso de inauguración de la jirga, que reúne a 1.600 representantes tribales, y de la que están ausentes los talibanes y la oposición liderada por el ex candidato presidencial Abdulá Abdulá.

"No se preocupen, siéntense, todo va bien -conminó Karzai a los delegados tras escuchar el impacto-. Estamos acostumbrados a esto. Todo el mundo lo está, incluso mi hijo de tres años". El Ministerio del Interior precisó que el segundo de los proyectiles llegó a penetrar en el recinto donde se desarrolla la asamblea, a unos 50 metros de la tienda de campaña que congrega a los asistentes, cuando Karzai ya había bandonado el lugar.

En esta ocasión, los delegados, tras el primer momento de conmoción, gritaron "Alá es grande" y continuaron con sus deliberaciones.

Un portavoz del grupo insurgente Hizb-e-Islami, del ex primer ministro Gulbudín Hekmatyar, asumió la autoría del doble ataque, al igual que otro representante del movimiento talibán, Zabiullah Mujahid.

Poco después de este primer sobresalto, las fuerzas afganas mataron a dos insurgentes envueltos en un burka y equipados con chalecos suicidas y lanzagranadas que intentaban asaltar la jirga, y detuvieron a un tercero que también se había disfrazado de mujer.

El portavoz del Ministerio del Interior, Zemarai Bashary, informó de que durante el combate no se registraron víctimas civiles, mientras que los talibanes volvieron a reivindicar este último ataque a través de su página web.