Al menos 37 personas murieron y otras 523 resultaron heridas en los enfrentamientos entre ciudadanos de etnias kirguís y uzbeka en Osh, la segunda ciudad de Kirguizistán, en el peor brote de violencia en este país desde que Kurmanbek Bakiyev fue derrocado como presidente tras la movilización popular a principios de abri.

La jefa del Gobierno interino, Rosa Otunbayeva, reconoció que los disturbios registrados en Osh son el resultado de un conflicto étnico. "Seamos conscientes de que es un conflicto interétnico. Necesitamos fuerzas y recursos para frenar y enfriar a la muchedumbre", declaró Otunbayeva, en Bishkek, la capital kirguís.

Los desórdenes tuvieron lugar en el centro de Osh tras una pelea masiva entre jóvenes kirguises y uzbekos, que degeneró en actos de vandalismo, con saqueo de comercios y quema de coches. El ministerio del Interior kirguís aseguró que sus unidades, puestas en estado de máxima alerta, lograron hacerse con el control de la situación. Sin embargo, medios locales afirman que las fuerzas del orden sólo controlan el centro de la ciudad, mientras en los suburbios continúan los enfrentamientos entre diversos grupos y se oyen disparos esporádicos.

Por su parte, los habitantes de Osh, preocupados por defender durante la noche sus casas y comercios de los grupos violentos y los saqueadores, cortaban las calles con improvisadas barricadas, que a su vez impiden circular a las ambulancias y bomberos.