Carles Mulas

valencia

?Los buenos resultados obtenidos por las formaciones de extrema derecha o ultranacionalistas en las últimas elecciones europeas del 7 de junio de 2009 encendieron la alarma. Quince meses después, en lo que va de 2010, los avances de este tipo de fuerzas en Holanda, Hungría y Suecia, han consolidado la amenaza.

Poner freno a la inmigración -preferentemente la de origen islámico-, endurecer la respuesta al crimen y la inseguridad ciudadana y mejorar las pensiones fueron los ejes principales con los que el ultraderechista partido de los Demócratas de Suecia sorprendió el pasado 19 de septiembre, entrando en el Riksdagen (Parlamento) de Estocolmo, de larga y mayoritaria tradición socialdemócrata, con un 5,7% de los votos. Encabezados por su joven líder, Jimmie Akesson, de 31 años, los ultras lograron 20 escaños. Al grito de "el Islam no es compatible con los valores suecos y es la principal amenaza del exterior", este antiguo militante de las juventudes del Partido Moderado (democristiano). que cuestiona la pertenencia de Suecia a la UE, ha conseguido que la Alianza de centroderecha del primer ministro Fredrik Reinfeldt, con 173 asientos, pierda por dos escaños la mayoría absoluta de que gozaba, y que los socialdemócratas, que lideraban el bloque progresista, junto al Partido del Medio Ambiente (verdes) y el Partido de la Izquierda, obtuvieran su peor resultado desde 1920. Los conservadores suecos reniegan de los ultras, e incluso prefieren a los verdes para un posible gobierno.

Sin embargo, el Partido del Pueblo Danés (DVP), que ha servido de modelo y apoyo a los Demócratas de Suecia en estos comicios, garantiza la mayoría del primer ministro liberal de Dinamarca, Lars Lökke Rasmussen. Tras el tenso debate sobre las caricaturas de Mahoma en 2005 y 2006, el DVP obtuvo un 13,8 % de los votos en 2007 y su líder, Pia Kjaergaard, de 63 años y una de las más populares políticas danesas, se ha hecho imprescindible para el Ejecutivo pese a su mensaje antiinmigración, o quizás sea por éso.

Desde Holanda a Francia y Suiza. Desde Austria y Hungría, a Bulgaria y Bélgica -único país donde los extremistas del Vlaams Belang retrocedieron en los pasados comicios de junio-, grupos ultras de lo más variopinto se han consolidado en el continente.

Wilders será decisivo

En Holanda, Geert Wilders, líder del llamado Partido de la Libertad (PV), se convirtió en junio pasado en la tercera fuerza nacional. Pasó de 9 a 24 escaños con un mensaje claro: "Holanda ha votado por la integración; por menos Islam, menos inmigración y más seguridad". Esta semana logró, sin embargo, convertirse en un incómodo socio "externo" del futuro gobierno de liberales (VVD) y democristianos (CDA). Wilders no tendrá ministros pero decidirá la gestión del Ejecutivo del liberal Mark Rutte.

Su gemelo austríaco, el populista Partido de la Libertad (FPÖ) emergió como tercera fuerza del país con un 17,5% en 2008 y está fagocitando a la Unión para el Futuro, una escisión dirigida hasta su muerte por el carismático ex gobernador de Carintia de Jörg Haider.

Con su Unión Cívica Húngara (Fidesz), los conservadores de Viktor Orban gobiernan en Budapest desde abril, con una mayoría de dos tercios (263 de los 386 escaños del Parlamento), mientras que el socialista MSZP, hasta entonces en el poder, cayó hasta los 58 asientos. Más inclinados a los uniformes, los desfiles y las demostraciones de fuerza son los miembros del abiertamente antisemita Movimiento para una Hungría Mejor (Jobbik), creado a principios de esta década por jóvenes movidos por la consigna "Hungría para los húngaros". En abril entró por primera vez en la Cámara con 48 diputados y su propuesta de encerrar a los gitanos en campamentos. Otro partido anti-gitano también tiene diputados en la cercana Bulgaria: el "Partido contra los ataques gitanos", ATAKA, que defiende posturas igualmente hostiles hacia judíos, turcos y homosexuales.