Los servicios de emergencia de Indonesia elevaron hoy la cifra de muertos a 343, mientras que 338 personas continúan desaparecidas por el tsunami que golpeó el pasado lunes el archipiélago de Mentawai, al oeste del país.

"343 personas murieron y 338 continúan desaparecidas", indicó Ferry Faisal, responsable de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres en Sumatra Occidental.

Cerca de 4.000 damnificados perdieron sus casas arrasadas por olas de hasta seis metros, causadas por un seísmo de 7,5 grados en la escala de Richter y que penetraron unos 600 metros en algunas islas de Mentawai, situadas frente a las costas de Sumatra.

El miércoles, llegó el primer avión cargado con 16 toneladas de tiendas, medicinas, comida y ropa en la isla de Pagai, al norte de Mentawai, aunque los equipos de emergencia están teniendo problemas para llegar a algunas de las remotas islas.

Un gran número de afectados tuvieron que dormir la pasada noche a la intemperie ante la falta de tiendas de campaña.

La Agencia de Meteorología y Geofísica reconoció que los sistemas de alerta de tsunami, dotados con boyas de detención en el mar, dejaron de funcionar hace un mes debido a la falta de mantenimiento.

"No tenemos suficiente personal cualificado para supervisar el funcionamiento de las boyas", indicó Fauzi, el director de la agencia.

Sin embargo, las autoridades aseguran que la alerta hubiera sido inútil, ya que las islas, un destino turístico para surferos, se encontraban muy cerca del epicentro y las olas las alcanzaron en cinco o diez minutos.

La falla donde se produjo el terremoto es la misma que el 26 de diciembre de 2004 causó un seísmo de 9,1 grados y luego un tsunami que destruyó localidades costeras de una docena de naciones bañadas por el Océano Índico y mató a 226.000 personas.

Al desastre causado por el tsunami, se sumó la erupción el martes del volcán del monte Merapi, en la región central de la isla de Java, que provocó al menos 32 muertos, un centenar de heridos y más de 50.000 evacuados.

Indonesia se asienta sobre el llamado "Anillo de Fuego del Pacífico", una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría de escasa magnitud y que pasan desapercibidos para la población.