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El cortejo fúnebre del ex presidente argentino Néstor Kirchner recorrió ayer las calles de Buenos Aires con una comitiva que apenas podía avanzar debido a los miles de ciudadanos que, a pesar de la lluvia, quisieron brindarle una multitudinaria despedida; unos 100.000, según la policía. La comitiva partió a las 13.00 horas (18.00 en España) de la Casa Rosada, encabezada por la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quien presidió durante más de once horas la capilla ardiente, acompañada de sus dos hijos Máximo y Florencia, que en algunos momentos tuvieron que sostenerla. A pesar de que funcionarios con chalecos reflectantes formaron un cordón de seguridad alrededor de la comitiva, el coche fúnebre circuló con dificultad hacia el aeropuerto, debido a la gran cantidad de personas que se agolpaban ante el vehículo, que recorrió cinco kilómetros por emblemáticas avenidas porteñas, como Córdoba, 9 de Julio y Libertador, hasta llegar a la base militar de Jorge Newbery, desde donde la familia Kirchner y miembros del gobierno partieron hacia Río Gallegos, ciudad natal de Kirchner, en la provincia de Santa Cruz (sur) donde será enterrado.

En Río Gallegos, otra caravana acompañó los restos del ex presidente hasta el cementerio siguiendo el mismo itinerario que eligió Kirchner para celebrar su triunfo en las presidenciales, en 2003. Allí, tras una ceremonia íntima en la que participaron sólo la familia y los amigos más cercanos, fue sepultado en una cripta familiar la pasada madrugada (hora española).

Miles de banderas argentinas y pancartas acompañaron el cortejo con consignas como: "Néstor con Perón, el pueblo con Cristina" o "¡Fuerza Cristina!", entre otras.

Destacó la presencia multitudinaria del movimiento de Jóvenes de la K, que representa a la militancia más joven del Partido Justicialista, dirigida por Máximo Kirchener, así como la de sindicalistas y agricultores.

Por su parte, la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Confederación General del Trabajo (CGT), principales centrales sindicales del país, acordaron "mantener una paz social imprescindible" para garantizar la continuidad de Cristina Fernández en la presidencia. Los líderes de UIA, Héctor Méndez, y CGT, Hugo Moyano, pactaron ayer una tregua sindical en la batalla por la distribución de los beneficios de las empresas, para propiciar un ambiente de calma que permita a Fernández concluir su legislatura.