El presidente de Cuba, Raúl Castro, clausuró hoy una inédita Conferencia Nacional comunista con una cerrada defensa del modelo de partido único, al que la isla no renunciará por ser un "arma estratégica" para su unidad y soberanía frente a las agresiones del "imperio" (EEUU).

A quienes pensaron que este cónclave iba a suponer "el inicio del desmontaje del sistema político y social" de la revolución cubana, el general Castro, de 80 años, les respondió que la isla no renunciará al partido único porque eso supondría "legalizar en suelo patrio al partido o los partidos del imperialismo".

También a los que exigen restaurar el modelo "que existió bajo el modelo colonial de Estados Unidos" les instó a tener en cuenta la "historia de permanente agresión, bloqueo económico e injerencia" que enfrenta Cuba, a la que definió como una "plaza sitiada".

En su rechazo al multipartidismo, el presidente cubano cuestionó la vigencia y utilidad de las democracias representativas donde, dijo, el poder político se concentra en la elite económica y financiera y donde las mayorías no cuentan o son reprimidas "brutalmente" cuando se manifiestan.

Con el discurso de Raúl Castro, de unos 45 minutos, y entre los sones de "La Internacional", cerró este domingo la primera Conferencia Nacional que ha celebrado el Partido Comunista cubano para revisar sus métodos de trabajo y política de cuadros.

Uno de los asuntos más destacados en la agenda de este cónclave era la aprobación del límite a un máximo de dos periodos de cinco años consecutivos en los mandatos de cargos políticos y estatales, que el mandatario cubano anunció el pasado abril en el VI Congreso del partido.

Raúl Castro ratificó hoy ese compromiso aunque no ofreció plazos concretos sobre cuándo entrará en vigor la medida: solo señaló que se aplicará sin esperar a la reforma constitucional correspondiente y que su implementación será paulatina.

Un asunto que ocupó buena parte de su discurso fue el problema de la corrupción, "uno de los principales enemigos de la revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del Gobierno de Estados Unidos dentro y fuera del país".

Se mostró convencido de que Cuba pueda dar batalla a la corrupción para primero frenarla y luego "liquidarla sin contemplaciones" dentro de una lucha "implacable" contra ese flagelo.

Advirtió de que los militantes comunistas de "doble moral" implicados en casos de corrupción, además de recibir el peso de la ley, serán expulsados del partido, una sanción que hasta ahora se reservaba a casos de traición a la patria o delitos graves.

No se olvidó Raúl Castro de acusar a Estados Unidos y países "comprometidos con la subversión" por las "brutales campañas" que despliegan contra la isla, en una alusión al caso de Wilman Villar, el preso miembro de la ilegal Unión Patriótica de Cuba que murió en una huelga de hambre en la cárcel.

Salvo el discurso de Raúl Castro, transmitido en la televisión cubana en diferido, poco o nada ha trascendido hasta el momento sobre los acuerdos concretos de la Conferencia del PCC, tras una reunión de dos días celebrada en un Palacio de las Convenciones de La Habana vedado a la prensa extranjera.

Según informa la agencia cubana Prensa Latina, se aprobó una resolución "que recoge el papel del partido en el cumplimiento" del plan de reformas económicas del país, se acordó dar prioridad a la lucha contra la corrupción y al parecer no se aprobaron nuevas incorporaciones al Comité Central, máximo órgano del partido entre congresos.

La expectación que provocó este cónclave por la posibilidad de cambios en su Comité Central -que a su vez elige al poderoso buró político donde se mantiene buena parte de la vieja guardia del régimen- quedó rebajada hace unas semanas por el propio Raúl Castro al pedir no hacerse ilusiones con una reunión sobre "cuestiones internas" del partido.

Hoy abundó en esa línea al apuntar que las decisiones de la conferencia y los acuerdos del VI Congreso no son "una solución mágica" a los problemas, tras insistir en que lo único que puede derrotar a la Revolución es la "incapacidad" para reconocer y rectificar los errores.

"La generación que hizo la revolución ha tenido el privilegio histórico de poder conducir la rectificación de los errores cometidos por ella misma (...) No pensamos, a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad", añadió.