El régimen sirio consideró ayer que es víctima de una "injusta campaña" internacional contra él lanzada por países árabes y occidentales, a los acusó de ser cómplices de los autores del atentado en Alepo, que causó 28 muertos el viernes y dio un plazo de tres días a Túnez y Libia para que cierren sus embajadas en Damasco. Sin embargo, EE UU apunta a la rama iraquí de Al Qaeda de estar detrás de dos de los recientes atentados que ha sufrido la capital de Siria y probablemente también de los atentados suicidas en Alepo, según declararon fuentes estadounidenses bajo anonimato.

En la misiva, el Ministerio sirio de Exteriores denunció que el crimen fue cometido por "partes respaldas por países árabes y occidentales", que no nombró, con el objetivo de socavar la seguridad del país y de sus ciudadanos. En el doble atentado perpetrado contra dos sedes de la Agencia de Inteligencia de la Policía Militar y de las fuerzas antidisturbios en Alepo murieron 28 personas y 235 sufrieron heridas. Inmediatamente después, el régimen acusó a "grupos terroristas", mientras que el Ejército Libre Sirio (ELS), integrado por militares desertores, apuntó a las autoridades como autoras de las explosiones, aunque asumió la responsabilidad de un ataque con armas ligeras previo a los estallidos.

Según el Ministerio de Exteriores sirio, "este ataque terrorista horrible se enmarca en una campaña injusta lanzada contra Siria, apoyada por algunos países de la región, y alentada por algunos medios de comunicación".Por todo ello, "como Siria tiene derecho a proteger a sus ciudadanos y a combatir el terrorismo y la violencia, hace un llamamiento al Consejo de Seguridad de la ONU para que asuma sus responsabilidades en la lucha antiterrorista y en la aplicación de las resoluciones emitidas a este respecto".

Desde el inicio de las revueltas a mediados de marzo pasado, las autoridades de Damasco consideran que se trata de una conspiración contra el régimen que emplea grupos armados. Entretanto, los opositores Comités de Coordinación Local informaron ayer de que el asedio a la ciudad de Homs, uno de los bastiones de la oposición, por parte de los seguidores de Al Asad continuó con intensos bombardeos, que se cobraron al menos seis vidas.

Por otra parte, un alto oficial del Ejército sirio murió ayer en Damasco por los disparos efectuados por un "grupo terrorista armado", según la agencia de noticias estatal siria, Sana. El general de brigada Isa al Juli, director del hospital Hamish de la capital, fue asesinado delante de su domicilio en el barrio de Rukn Edin, cuando salía de su vivienda.

Mientras, varios países árabes, con Arabia Saudí a la cabeza, ultimaban ayer en la ONU una propuesta de resolución sobre Siria que condena la violencia y muestra su "total apoyo" al plan de la Liga Árabe, similar a la vetada por Rusia y China en el Consejo de Seguridad, y que esperan votar la próxima semana en la Asamblea General.

El proyecto de resolución condena las violaciones "sistemáticas" de derechos humanos en Siria, llama al régimen a detener "de forma inmediata" los ataques contra la población civil y pide a los grupos armados que se abstengan de recurrir a la violencia. El texto llama a un "proceso político sin exclusiones" liderado por los sirios, desarrollado en un ambiente "libre de violencia".

Sin pedir expresamente la salida del poder de al Asad, muestra su "total apoyo" a la propuesta de la Liga Árabe de "facilitar" una transición política a partir de un diálogo "serio" entre el régimen y "todo el espectro de la oposición", que termine desembocando en un sistema "democrático". Los ministros de Exteriores de la organización panárabe se reunen hoy en El Cairo para estudiar la posibilidad de formar una misión de observadores conjunta con la ONU para comprobar sobre el terreno la situación en Siria.

La huella de Al Qaeda

Informes de inteligencia de EE UU indican que los atentados de Alepo se produjeron bajo las órdenes de Ayman al Zawahiri, el extremista egipcio que asumió el liderazgo de Al Qaeda en Pakistán tras la muerte de Osama ben Laden.

La facción iraquí de Al Qaeda (AQI), comenzó a involucrarse en la revolución siria cuando el régimen lanzó las primeras ofensivas contra la población civil. Según los funcionarios, Zawahiri autorizó las operaciones en Siria para "quitarse los grilletes" tras el asesinato de Ben Laden, lo que aparentemente es la primera acción fuera de territorio iraquí de esta rama de la red terrorista.

EE UU cree que Al Qaeda en Irak, de naturaleza suní, busca expandirse con atentados contra países chiíes como Siria, donde al Asad gobierna con el apoyo de los alauíes, una rama minoritaria chií.