­La grave situación económica que padecen los países del sur de Europa repercute duramente en los ciudadanos, y toma en ocasiones una dimensión trágica que se refleja en un aumento del número de suicidios.

Los últimos casos se vivieron el pasado miércoles, cuando un pensionista griego fue hallado ahorcado en el parque ateniense Agios Filipos al lado de una nota en la que denunciaba su precaria situación económica. Una semana antes, un músico griego en paro, de 60 años, y su madre, de 90 y enferma de alzheimer, se tiraron al vacío desde la azotea del edificio en el que vivían, en Atenas.

Los testigos relataron a la prensa helena que el hombre, Antonis Perris, se levantó temprano —antes de las 8 de la mañana—, aseó y vistió a su madre y subió con la anciana a la azotea desde el primer piso en el que vivían. Una vez allí, se cogieron de la mano y se lanzaron a una calle del popular barrio ateniense de Metaxourgio.

Varios vecinos aseguraron que la familia tenía graves dificultades económicas y, de hecho, el hombre relató horas antes en su blog de Internet que llevaba 20 años cuidando de su madre. «Hace tres o cuatro años, se le diagnosticó alzheimer y otros problemas de salud. Las residencias no aceptan pacientes que son una carga», se lamentó Perris, que reconoció «no estar preparado» cuando estalló la crisis. «A pesar de tener propiedades y haber vendido todo lo que he podido, me he quedado sin dinero y ya no tengo para comer», escribió el músico. «¿Alguien conoce alguna solución?», preguntaba desesperado en la web.

Los suicidios por motivos económicos han dejado de ser incidentes aislados en Grecia. El 19 de mayo un hombre se quitó la vida en la capital cortándose las venas en una plaza muy concurrida. En abril, un estudiante, un profesor y un religioso también se suicidaron.

Sin embargo, fue la muerte del farmacéutico de 77 años Dimitris Christoulas, que se pegó un tiro en la sien en la céntrica plaza Syntagma de Atenas, frente al Parlamento griego, la que visualizó la crítica situación de los griegos.

El hecho que captó la atención internacional y generó fuertes movilizaciones, se convirtió rápidamente en un símbolo del rechazo social a los recortes impuestos por la troika internacional (UE, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) que controla las finanzas del país tras los dos planes de rescate.

Christoulas se disparó junto a un frondoso árbol de la plaza Syntagma, gritando a quienes le observaban que los problemas financieros lo habían puesto en una situación extrema. En una nota de despedida encontrada en su pantalón, afirmaba que prefería morir a tener que rebuscar comida en la basura. «El gobierno de ocupación —decía la nota— ha aniquilado mi habilidad para sobrevivir con una pensión decente, para la que he cotizado durante 35 años». El diario Eleftheros Typos calificó a la víctima de «mártir de Grecia» y aseguró que su acto estaba lleno de «un profundo simbolismo político».

La crisis ha provocado desde 2008 un aumento de los suicidios en Europa, a la par que una caída de las muertes por accidentes de tráfico, según un estudio realizado en once países europeos y publicado en mayo por la revista The Lancet por un equipo dirigido por el doctor David Stuckler, de la Universidad de Cambridge. La tendencia del índice de suicidios, que había disminuido hasta 2007, se invirtió a partir de 2008, con un aumento de casi el 1 % en los estados que se adhirieron a la UE en 2004 y cerca del 7 % en los 15 países de la Eurozona.

En el Reino Unido pasó de 6,14 por 100.000 habitantes en 2007 a 6,75 en 2008, un 10 % más. Sin embargo, en países como Grecia e Irlanda, ambos bajo drásticos planes de rescate, los suicidios aumentaron el 17 y al 13 %

Protestas de viudas en Italia

Un caso paradigmático es el de Italia. Uno de los últimos suicidios comentados por la prensa transalpina fue el de un empresario de la construcción, en Nuoro (Cerdeña). Gigi Mele, de 55 años, no pudo afrontar el hecho de tener que despedir a sus dos hijos. Deprimido, se fue al campo con una pistola y se voló la cabeza.

Italia está alarmada por el número creciente de suicidios provocados por la difícil situación económica. El periódico La Stampa hablaba hace pocos días de 72 empresarios que se han suicidado desde enero.

La manifestación organizada la semana pasada por la viuda de Giuseppe Campagnello, un hombre desesperado que se prendió fuego ante una agencia del Tesoro el pasado 28 de marzo, impactó a la sociedad italiana. Debía 104.000 euros al fisco. La macha se desarrolló en Bolonia y reunió a un centenar de viudas y familiares de personas que se han quitado la vida por problemas económicos. «Mi marido nunca habría hecho algo así. Se inmoló ante el Tesoro Público. Las autoridades deberían hacerse preguntas y darnos algunas respuestas», declaró indignada a la prensa Tiziana Marrone, organizadora de la protesta.

Un día antes, la capital de la Emilia-Romaña vivió una nueva toma de rehenes en otra oficina de impuestos; una actividad desconocida hasta ahora y que ha surgido de la desesperación y la falta de perspectivas de pequeños empresarios y autónomos. Al ser Italia un país con gran tradición de empresas familiares, la ruina tiene una connotación especial que puede llegar al suicidio.

Miedo entre los recaudadores de impuestos de Italia

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Daniela Ballico lleva 10 años llamando a la puerta de los romanos en un intento de recaudar impuestos. Ahora, en momentos en que los recaudadores de impuestos de Italia afrontan una fuerte reacción a los ajustes, ya no tiene valor para recorrer las casas. Equitalia, el organismo estatal de recaudación de impuestos, se ha convertido en el blanco de una ola de ataques debido a la irritación que sienten los italianos ante los intentos de recuperar unos 120.000 millones de euros de impuestos no cobrados como consecuencia de la evasión fiscal. El 12 de mayo pasado, un cóctel Molotov explotó frente a la oficina de Equitalia en Livorno. Un día antes se había entregado un paquete con una bomba en la sede de Roma, donde en diciembre de 2011 una explosión le había arrancado parte de una mano al gerente general.

«Nunca había visto una atmósfera tan tensa», dijo Ballico, que trabaja para Equitalia desde 1998 y ahora tiene una licencia temporal para trabajar para el sindicato UGL. «Nos llaman usureros y chupasangres. Mis colegas viven con nerviosismo y dolor de estómago, y están asustados».

La campaña forma parte del plan de austeridad de 20.000 millones de euros del primer ministro Mario Monti, que comprende también subida de impuestos, recortes del gasto público y alza de precios de la gasolina. Las medidas han llevado a la economía a su cuarta recesión desde 2001, lo que hace difícil cumplir con los pagos al fisco hasta en el caso de los italianos más respetuosos de la ley.

Monti reiteró el «apoyo incondicional» de su gobierno al organismo de recaudación de impuestos y condenó «enérgicamente» los atentados, declaró tras reunirse con el director del organismo, Attilio Befera, y el personal de Equitalia en Roma. «Podemos y debemos analizar cómo reducir la carga fiscal, así como perseguir a quienes evaden impuestos», dijo el primer ministro.

Italia impulsará el establecimiento de medidas de seguridad contra la creciente amenaza de la violencia, lo que comprende una mayor utilización de militares para proteger las más de 14.000 sedes en todo el país, dijo la ministra del Interior, Anna Maria Cancellieri, tras reunirse con los responsables de Seguridad del país. El Gobierno ya ha incrementado los niveles de alerta en algunos puntos sensibles y hasta podría recurrir al Ejército para defender el organismo de recaudación impositiva, dijo la ministra al diario La Repubblica. «Quiero destacar que atacar a Equitalia equivale a atacar al Estado», declaró.

El Gobierno piensa que la carga impositiva del país crecerá como porcentaje del PIB al 45,1% este año, desde el 42,5% en 2011.