Un experimentado diplomático árabe, el argelino Ladjar Brahimi, toma las riendas de la mediación internacional en Siria, coincidiendo con el fin de los observadores de la ONU y con una comunidad dividida que no se pone de acuerdo sobre el camino para acabar con casi un año y medio de violencia.

El nuevo representante especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, que reemplazará a Kofi Annan el 1 septiembre, va a necesitar el respaldo "firme, claro y unido" de la comunidad internacional, "incluido el Consejo de Seguridad", destacó hoy el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al anunciar el nombramiento.

El Consejo ha sido incapaz de ponerse de acuerdo en todos estos meses para aumentar la presión sobre el régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, y pese al recrudecimiento de la violencia sobre el terreno no han prosperado iniciativas de árabes y occidentales por los tres vetos de Rusia y China.

Para la ONU sigue siendo "prioritario" promover una salida negociada a la crisis siria y confía en el "talento" y la "experiencia" de Brahimi, un diplomático de 78 años que ha ocupado en el pasado diferentes responsabilidades en el ámbito de Naciones Unidas, como representante especial para Irak o Afganistán.

Brahimi, quien fue también ministro de Exteriores de Argelia, asume este nuevo reto tras el fracaso de la mediación de Annan y coincidiendo con el final de la Misión de Observación de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), que el Consejo de Seguridad finiquitó este jueves al no haberse logrado el cese del uso de armamento pesado y la reducción de violencia.

No obstante, la ONU seguirá presente en Siria a través de una pequeña oficina política en Damasco, que ya tiene la aprobación del régimen, conformada por una treintena de empleados, además de un grupo de asesores militares y otros efectivos dedicados "a asuntos civiles y de derechos humanos", y a canalizar la ayuda humanitaria.

Precisamente hoy estaba prevista una reunión de embajadores del Grupo de Acción sobre Siria en la sede de la ONU que había sido convocada este jueves por Rusia pero que fue suspendida de forma indefinida tras el malestar que causó entre varias delegaciones del Consejo excluidas de la cita.

El panorama que tiene por delante el nuevo representante especial es "pésimo", según reconoció hoy a Efe un diplomático occidental, que en todo caso cree que aunque de momento no parece que haya intención de las partes de sentarse a negociar, su mediación será "útil" para intentar acercar posturas.

Otro diplomático del Consejo coincidió en que la tarea de Brahimi es "muy, muy difícil", y dijo a Efe que tras llegar "a un punto muerto" la mediación de Annan, ahora resulta más necesario que nunca "un enfoque diferente" y demostrar que el relevo no es una "simple sucesión".

Con la designación de Brahimi, la ONU pone fin a semanas de rumores en torno al sucesor de Annan, un puesto para el que también sonaron los nombres de los exministros españoles de Exteriores Miguel Ángel Moratinos y Javier Solana, o la exfiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) Carla del Ponte, entre otros.

Antes de aceptar este nuevo reto en su dilatada trayectoria diplomática, el diplomático argelino expresó sus "dudas" sobre un puesto que hasta el embajador francés, Gérard Araud, reconoció que es "un trabajo bien duro", y para que el que ahora espera contar con el espaldarazo del Consejo de Seguridad.

Ese gesto de apoyo se materializó hoy en forma de una carta que envió al secretario general de la ONU la presidencia del Consejo de Seguridad, que este mes recae en Francia, en la que subrayan el apoyo de sus quince miembros a la misión del nuevo representante especial en Siria.

Unos días antes de que se oficializara su designación, Brahimi dio algunas pistas de por dónde cree que debería venir la solución al conflicto en Siria, al asegurar que mientras "millones de sirios claman por la paz", los líderes del mundo "no pueden permanecer divididos más tiempo".

"Los sirios deben unirse como nación en su búsqueda de una nueva fórmula. Es la única manera de garantizar que todos los sirios pueden vivir juntos de manera pacífica, en una sociedad que no esté basada sobre el miedo a las represalias, sino en la tolerancia", afirmó el pasado 10 de agosto en un comunicado de prensa.

Desde su estallido en marzo de 2011, la violencia en Siria entre las fuerzas del régimen y los rebeldes opositores se ha ido recrudeciendo, un conflicto que hasta la fecha ha dejado más de 17.000 muertos, un millón y medio de desplazados y unos 150.000 refugiados, según datos de la ONU.