"Me invadió una nueva sensación y disminuyeron mis tristezas . El viaje controló mis sentimientos y se abrieron ante mí horizontes ilimitados para la esperanza" . ( Naguib Mahfuz -escritor e intelectual egipcio, Premio Nobel de Literatura 1988-, en "El Viaje del Hijo de Fatuma" ).

Siempre he pensado que viajar es una experiencia única y poliédrica. El viaje invade los sentidos, aporta conocimiento y tiene efectos innegables sobre el espíritu. Quizás estos últimos sean los más importantes y duraderos.

Egipto, país en el que vivo, es una nación fascinante que se abre misteriosa ante el viajero y le invita a atisbar su alma inconquistable. No nos engañemos: es difícil comprender verdaderamente Egipto. Este territorio milenario sorprende inexorablemente por la profundidad de su historia, la riqueza de su cultura y la personalidad de sus gentes.

Aquel día anhelado emprendí viaje hacia Samalut, ciudad de 80.000 habitantes situada 250 kilómetros al sur de El Cairo. Me desplazaba al reencuentro de la amistad forjada en estos últimos meses con una formidable española , la barcelonesa Reyes Callis , monja del Sagrado Corazón, quien desde hace décadas se ha comprometido vitalmente con Egipto con un único horizonte : ayudar al prójimo.

Al abandonar El Cairo , despues del amanecer, las pirámides de Keops y Kefrén , impactante recuerdo de la grandeza del Imperio Antiguo y del anhelo de eternidad del hombre, vigilan nuestros pasos cuando emprendemos el camino hacia el sur . La provincia de Guizah , contigua a El Cairo, nos albergará durante muchos kilómetros en nuestro viaje.

Amanecer y bullicio son sinónimos en las grandes ciudades egipcias que, ni siquiera en las noches oscuras, pierden su pulso vital. El tráfico no es todavía denso al alba pero ya en estas horas tempranas el sonido del claxon transmite , en su propio lenguaje , los temores, saludos y expectativas inmediatas e impacientes de los conductores . Es difícil conducir por las carreteras y caminos egipcios sin familiarizarse con este alfabeto sonoro e intuitivo del Egipto contemporáneo.

El azul del cielo, donde una media luna muy visible nos acompaña , da paso a un horizonte de nubes hacia el que nos desplazamos y que nos indica el camino hacia el Alto Egipto.

Faltan 220 kilómetros para nuestro destino y la carretera se extiende negra ante nosotros en un paraje ocre y desértico. No hay mojones kilométricos ni una red nacional de carreteras organizada al uso europeo: las distancias geográficas se conocen por señales estratégicamente distribuidas y sin una periodicidad fija.

La autovía no es mala . El asfalto en dirección sur ha sido renovado y aunque en muchos tramos no hay todavía líneas pintadas y escasea la señalización , podemos circular sin dificultad . Fuera del valle del Nilo, fuente de vida y civilización en Egipto, el desierto nos recibe con impasible aridez sólo esporádicamente interrumpida por un primer puesto policial - nos toparemos con cuatro a lo largo del viaje- y sobre todo, por algunas urbanizaciones espectrales que esperan la llegada de los futuros propietarios en una nación cuya población crece exponencialmente . Los nuevos edificios de media altura prolongan el barrio Seis de Octubre, inmenso desarrollo urbanístico adherido a El Cairo y emplazado entre las carreteras de Alejandría y Al Fayoum. Su nombre conmemora la fecha de la victoria egipcia sobre Israel en la guerra de 1973. Precisamente a la localidad de Al Fayoum se dirigen las vías de tren cuya travesía ralentiza momentáneamente nuestra marcha .

En pocos kilómetros, la base militar de Dashour surge a nuestra izquierda recordando el peso que el ejército tiene en este país en transición. Tras la instalación castrense, se intuyen las primeras pirámides de la historia de la humanidad . Construidas por Snefru o Sneferu, padre de Keops, las Pirámides Romboidal y Roja cambiaron la historia del Antiguo Egipto .

Nos desviamos primero en un giro de 180 grados y luego abordamos otro de 120 para adecuar nuestra dirección. En escasos metros tomamos la carretera del desierto que desembocará en Assiut. Esta autovía recorre la provincias de Al Fayoum, Beni Suef y Minya, donde se encuentra Samalut. Es una autopista de peaje , construida durante el largo gobierno de Mubarak , quien, hoy enfermo y en prisión, manejó los destinos de Egipto durante 30 años. Las colas de camiones a las puertas de la primera gasolinera nos indican los problemas de aprovisionamiento de gasóleo que suele padecer el país en estos tiempos de inestabilidad política y económica .

Justo al sur del departamento de Al Fayoum aparece a nuestra izquierda la llamada Pirámide de Meidum, majestuosa evocación de los predecesores de Keops . Se dice que el último faraón de la tercera dinastía , Huni, inició su construcción y que fue posteriormente completada por su sucesor Sneferu. Corría el siglo XXVI antes de Cristo. Su perfil cúbico - tiene forma de torre tras su derrumbamiento parcial en la antigüedad -y su grandiosidad nos recuerdan que estamos en la cuna de la civilización .

Desde mi estancia en Arabia Saudí hace ya casi 15 años, siempre me ha sobrecogido la inmensidad del desierto y la implacable soledad que reina en su seno. Egipto, país de contrastes , se dividió por sus antiguos pobladores entre las tierras negras - lugares donde el Nilo depositaba su limo en las crecidas- y las rojas - donde el desierto es rey - . El profundo contraste entre los dos ecosistemas sigue siendo un axioma en el Egipto de hoy. Sin embargo, la modernidad y la mano del hombre se hacen notar en estos parajes antaño inalterados. Tierras removidas , torres de electricidad , postes de teléfono y curiosos palomares cónicos se visualizan desde la autovía cuyos carriles paralelos están divididos por una ancha mediana que, a veces, se inunda de basuras arrojadas desde los vehículos . El trazado rectilíneo de la carretera es interrumpido por ligeras curvas pertinentemente señalizadas que rompen la monotonía del paisaje desértico y contribuyen a la concentración del conductor.

El firme se vuelve irregular en muchos tramos y el tráfico de camiones es muy intenso. Esta es la vía principal de comunicación entre el norte y el sur de Egipto. El transporte por carretera ha desplazado, por rapidez y costes, al Nilo que, no obstante, sigue siendo y será, la arteria esencial que vértebra el país.

Tras varios kilómetros , en los departamentos de Al Fayoum y de Beni Suef, notables extensiones de regadío inundan de tonos verdes el desierto. El Ayat , región agrícola, es una batalla ganada a la milenaria ausencia de agua. Las canalizaciones del Nilo han permitido que la vida brote en la aridez extrema y con ella los campos cultivados, algunas haciendas y los trajes típicos de los campesinos egipcios. Éstos, en esta época del año , aún pueden trabajar sus parcelas sin padecer los rigores del sol estival.

De vez en cuando , surge en el horizonte el minarete de una mezquita. Es una manifestación de fe al borde del camino. Estas formas alargadas y parlantes - de ellas pende invariablemente un altavoz - proliferan en un país religioso y devoto que hoy, con fuertes convulsiones, se desliza con suavidad intermitente por la pendiente de la islamización social . No podemos , sin embargo, olvidar que atravesamos provincias donde moran, desde hace muchos siglos - seiscientos años antes de la conquista árabe de estos parajes acaecida en el siglo VII-, representantes de la mayor minoría cristiana de oriente medio: los coptos de Egipto. Estas son tierras con una tradición cristiana innegable y sus habitantes recuerdan que en ellas estuvo la Sagrada Familia durante su celebre huída desde Palestina. La propia Samalut es buena muestra de la memoria histórica del cristianismo pues en las cercanías de la ciudad, en Gebel El Teir, se encuentra el Monasterio de la Virgen , aquí llamado Deir El Adhra. Fue fundado en el siglo IV por la Emperatriz Helena- la madre del Emperador de Bizancio, Constantino- y construido sobre uno de los lugares donde se cree que descansó la Sagrada Familia durante algún momento de su estancia de tres años y medio en tierras egipcias .

Tras 230 kilómetros, abandonamos la autovía y nos dirigimos hacia nuestro destino. Nos recibe un mercado infestado de puestos y vendedores al borde de la carretera . Es una calle desbordante de gritos y de tok-toks , triciclos motorizados que, de manera irreverente y aparentemente peligrosa, maniobran con habilidad optimizando los concurridos espacios . A través de estos vehículos- que se reproducen prolíficamente en las ciudades y pueblos del interior de Egipto- , este país ha importando una " estampa india " digna de las descripciones que Octavio Paz o Alberto Moravia realizan en sus extraordinarios libros sobre aquel gran país.

Samalut aparece al final de la llanura , caótica y descuidada. Sólo el verde circundante le da una apariencia más respetable. Como todo Egipto, es un lugar de contrastes: mujeres veladas y otras con el pelo suelto- casi todas cristianas-; hombres con ropa occidental y otros ataviados con las tradicionales galabeyas; personas pulcras y otras imperiosamente necesitadas de agua y jabón; vehículos atestados de gentes que concentran sus vidas en núcleos superpoblados del valle del Nilo, alejados en sustancia del vacío del desierto cercano; el agua del canal embrutece su apariencia por la enorme cantidad de basura que lo puebla.

Desde un principio, soy consciente de que mi impresión primigenia es la de quien inicialmente percibe sólo la superficie de las cosas o el mero envoltorio urbano. En unas horas de estancia, la ciudad llegará a configurarse en mi mente de una forma diversa. En ella , aunque en ese momento todavía sólo vislumbro el final del trayecto, habré podido reforzar y alimentar mi fe en el hombre; en su inmensa capacidad de amar; en su compromiso firme con la vida y con los demás; en la radicalidad de la vocación libremente elegida. ¡Qué atributos sublimes de una cara de nuestra humana moneda, indispensables y presentes en nuestra propia naturaleza!.

Reyes es una monja catalana del Sagrado Corazón que trabaja con devoción apasionada en el Centro de Quemados del Alto Egipto. Ejemplifica sin alharacas la decisión de consagrar toda una vida al servicio de los demás. Nunca pregunta qué religión profesa el beneficiario de su labor en una zona donde cristianos y musulmanes coexisten y no siempre de forma pacífica. En su consultorio de quemados - el único en 300 kilómetros a la redonda y que gestiona con ayuda y apoyo de Juanita, una extraordinaria monja canaria - actúa con impulso y capacidad invariables. Su experiencia le conduce a hacer milagros y le ha llevado a elaborar cremas, con aloe y otros ingredientes, que curan de verdad . Su trabajo empírico sobre el terreno , sostenido en el tiempo con tenacidad y agudeza, tal vez ofrezca respuestas prácticas a muchos interrogantes y estudios científicos sobre el tratamiento de las quemaduras. Ausculta a los enfermos con ojo agudo y veloz; aplica pomadas eficaces y sencillas -fruto de la escasez- y dirige un equipo de jóvenes a quienes ha formado en los valores de entrega, profesionalidad y diligencia. Pero su tarea no está sólo revestida de técnicas y conocimientos . Recibe a la gente con cariño, les indica con precisión lo que deben hacer y se preocupa por el sufrimiento que infligen sus remedios. Los niños son su debilidad y apuesta por curas eficaces y poco dolorosas. Las duras condiciones de vida de gran parte de la población -que cocina con precarios hornillos en el suelo -y el descuido natural son una combinación arriesgada , sobre todo para los más pequeños. Igualmente, la ausencia o conculcación de la normativa de seguridad en el trabajo; las hogueras improvisadas y algunas peleas con terribles resultados, normalmente para las mujeres, nutren el Centro con pacientes doloridos, físicamente desfigurados y socialmente estigmatizados. Reyes, enfermera titulada, dispensa del pago a quien no puede y economiza al máximo sus remedios sin que éstos pierdan vigor. Los miércoles tocan las consultas de enfermedades de la piel a las que también presta atención. Tras intensas jornadas que empiezan a las siete de la mañana y se prolongan largamente - el dispensario llega a atender 300 personas diarias - , Reyes aún tiene fuerza para acudir , conduciendo su propio coche, a pueblos cercanos donde atiende enfermos varias veces en semana en rudimentarios consultorios . Nada termina ahí: junto al Centro de Quemados hay también espacio para un centro de atención y formación de minusválidos que funciona diariamente. La profundidad de las tardes es tiempo útil para tejer y confeccionar productos que vendidos en bazares contribuyen a sostener la atención sanitaria . Todo un engranaje dirigido a hacer el bien y sostenido por la voluntad, el buen hacer y el "seny "de esta hispano-egipcia por elección .

En este extraordinario país en transición que busca su futuro, la labor y el compromiso de Reyes nos abren el horizonte hacia los principios verdaderamente válidos y universales: aquellos a través de los que el hombre se hace más hombre y construye una sociedad más digna, solidaria y mejor para todos. Frente a la fuerza de estos valores , cualquier aproximación ideológica o sectaria pierde su sentido y su eventual brillantez.

En tiempos de zozobra e incertidumbre, ningún pueblo debería olvidar el camino a Samalut, una senda ya recorrida por una ciudadana española que, en sus pasos, ha sabido llegar al corazón de Egipto.

*Ministro-Consejero de la Embajada de España en Egipto