La reina Isabel II de Inglaterra concluyó una visita de tres días a Irlanda del Norte, su segunda desde 2012, rindiendo un homenaje a los soldados de la isla caídos en la I Guerra Mundial (1914-1918).

La soberana, de 88 años, y su esposo, el duque de Edimburgo, de 93, participaron en un acto celebrado en la localidad de Coleraine, en el condado de Londonderry, para marcar el centenario del comienzo de la "Gran Guerra".

El evento estuvo organizado por la Legión Real Británica y asistieron representantes de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, en un guiño hacia los miles de soldados de la isla que lucharon en esa contienda en el continente europeo.

La I Guerra Mundial concluyó tres años antes de que el Gobierno británico decidiera acabar con su ocupación de la isla, si bien mantuvo su soberanía sobre seis condados de la provincia del Ulster que pasó a llamar Irlanda del Norte.

Cientos de personas en Coleraine desafiaron hoy la lluvia para poder ver a la pareja real en este acto convocado en el ayuntamiento de esta localidad costera y algunos afortunados llegaron a intercambiar breves palabras con la monarca.

Esa ha sido la tónica de la vista, cuyo itinerario -a diferencia de otras ocasiones en las que las fuertes medidas de seguridad lo desaconsejaron- se hizo público con antelación, lo que ha permitido ahora más interacción con la ciudadanía.

Con el recuerdo hoy de la Gran Guerra, Isabel II puso fin a una vista con la que volvió a demostrar su compromiso con el proceso de paz y con la recuperación económica de la región.

Visita a Juego de Tronos

En este clima distendido, la soberana británica pudo entrevistarse ayer con algunas de las estrellas de "Juego de Tronos" en los Estudios Pain Hall de Belfast, donde la cadena estadounidense HBO rueda la popular serie de televisión.

La soberana pudo ver de cerca, aunque sin llegar a sentarse, una réplica del icónico Trono de Hierro de Westeros, el asiento real que, según el guión de la serie, solo es deseado por los monarcas más maquiavélicos.

También ha paseado por un mercado histórico de la capital norirlandesa, donde algunos curiosos llegaron a acercarse a la reina para hacerse "autofotos" (selfies), algo impensable en Irlanda del Norte hace apenas dos años.

En 2012, no obstante, la Reina y el viceministro principal norirlandés, el excomandante del ya inactivo IRA Martin McGuinnes, protagonizaron uno de los momentos más significativos del proceso de paz norirlandés cuando se dieron la mano en Belfast.

El propio dirigente nacionalista y el ministro principal, el protestante Peter Robinson, acompañaron ayer a la pareja a la cárcel de Crumlin, un centro de detención de católicos y protestantes durante el conflicto convertido ahora en una atracción turística.

El "número dos" del Sinn Féin pasó un mes detenido en Crumlin acusado de pertenecer al IRA en 1976, mientras que el líder del mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP) ingresó varias veces en esa prisión por participar en manifestaciones contra el Gobierno británico en la década de los 80.