Francesco Schettino, capitán del crucero Costa Concordia que naufragó en enero de 2012 en Italia, fue condenado este miércoles en primera instancia a 16 años de prisión, como culpable de un siniestro en el que murieron 32 personas.

Los jueces del Tribunal de Grosseto (centro de Italia), encargado del proceso, deliberaron durante unas siete horas para finalmente imponer una pena de 16 años y un mes a Schettino, quien no estuvo presente durante la lectura del veredicto por tener fiebre, según su defensa.

En concreto, los magistrados le condenaron a cinco años por el delito de naufragio culposo, a diez por homicidio culposo, a uno por abandono de la nave y a un mes de arresto por no haber informado inmediatamente a las autoridades portuarias de la colisión contra el escollo que provocó el accidente.

La pena impuesta es inferior a la solicitada por la Fiscalía, que había pedido 26 años y tres meses de cárcel, al considerarle "culpable consciente" de los hechos.

Schettino, de 55 años, no entrará en prisión en principio, ya que se trata de una condena en primera instancia y porque los magistrados han considerado que no existe peligro de fuga.

Además, Schettino ha sido inhabilitado durante cinco años para ejercer de capitán de nave y a perpetuidad para ocupar cargos públicos.

Francesco Schettino y la naviera Costa Cruceros, como responsable civil, tendrán que resarcir económicamente a las numerosas partes civiles, entre ellas la región de Toscana, algunos ministerios, Protección Civil de Italia y el Ayuntamiento del Giglio, en cuyas costas encalló la nave.

El abogado defensor Domenico Pepe adelantó que se recurrirá la sentencia, la cual calificó de "grave y no satisfactoria" ante los periodistas que se agolpaban a las puertas del tribunal.

Indicó que, para presentar el recurso, tiene que leer las motivaciones de los magistrados, que se publicarán en un plazo de noventa días.

Alegato espontáneo de Schettino

El proceso, que comenzó en julio de 2013, concluyó su fase en primera instancia con un alegato espontáneo por parte de Schettino, quien rompió a llorar al recordar la noche de la tragedia cuando, aseguró, también él murió un poco.

Los hechos se produjeron la noche del 13 de enero de 2012 cuando el crucero, en el que viajaban 4.229 personas, encalló frente a los rocosos acantilados de la isla toscana del Giglio, adonde se acercó para "saludar" siguiendo una tradición marinera.

Durante la celebración del proceso en primera instancia salieron a la luz vídeos del siniestro, que muestran la incertidumbre que reinaba a bordo del crucero cuando éste ya había colisionado con los escollos y las arduas tareas de rescate.

En esos momentos Schettino ya se encontraba a salvo, pues, según numerosos testigos, saltó a una lancha para abandonar el barco y llegar a tierra.

Esta teoría ha sido contradicha por la defensa del excapitán, que ha alegado que Schettino nunca abandonó la nave, sino que a causa del impacto cayó sin querer a uno de los botes salvavidas.

El suceso costó la vida a 32 personas y causó 64 heridos, además de dejar los restos del barco durante dos años varados ante la tranquila isla de Giglio, cuyo principal motor económico es el turismo.

Italia tuvo que poner en marcha un faraónico sistema de enderezamiento, reflote y traslado de la nave siniestrada, de 114.000 toneladas de peso, 280 metros de eslora y 62,5 de manga.

En esas labores perdió la vida un submarinista español, en febrero del pasado año.

En julio pasado se emprendió el delicado traslado del barco hacia el puerto de Génova, en el noroeste del país, donde en la actualidad está siendo desmantelado.

En un proceso paralelo sobre el naufragio del Costa Concordia ya se dictaron penas de 23 meses y 18 meses a los oficiales Ciro Ambrosio y Silvia Coronica, respectivamente; de 20 meses al timonel Jacob Rusli, de 30 al jefe de a bordo Manrico Giampedroni y de 34 meses a Roberto Ferrarini, jefe de la unidad de crisis en tierra de la naviera Costa Cruceros.