Estados Unidos y Cuba afianzaron hoy su deshielo con la histórica reunión de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro en la VII Cumbre de las Américas, el escenario donde se pasó página al último conflicto de la Guerra Fría en el continente.

El primer encuentro de dos gobernantes de Cuba y EE.UU. en más de cinco décadas duró una hora y veinte minutos, en los que Obama y Castro hablaron "honestamente" y con sinceridad sobre el restablecimiento de relaciones bilaterales, con el objetivo de avanzar en el proceso, pero sin obviar las "muchas diferencias" que existen entre ambos países.

"Ahora estamos en condiciones de avanzar en el camino hacia el futuro", afirmó Obama, quien ve factible que, con el tiempo, su país y la isla puedan pasar página a su "complicada" historia y "desarrollar una nueva relación".

Cuba "no es una amenaza para Estados Unidos", ni el objetivo es un "cambio de régimen", destacó un Obama "cautelosamente optimista" con el progreso de las negociaciones para la normalización bilateral.

Y en la otra silla, Raúl Castro abordó su primer cara a cara con Obama dispuesto a hablar "de todo" y con "mucho respeto", según dijo antes de la reunión que se celebró tras la primera parte de la sesión plenaria de la Cumbre de las Américas.

Un foro donde Castro, en el primer discurso de un presidente cubano en el cónclave continental, no dudó en calificar de "honesto" al actual presidente de EEUU y hasta lo eximió de la responsabilidad de la política hacia Cuba desarrollada por los diez gobernantes que han precedido a Obama, desde que triunfó, en 1959, la Revolución castrista.

"Nuestro reconocimiento por su valiente decisión de involucrarse en un debate con el Congreso de su país para ponerle fin", señaló el presidente cubano.

Esos elogios no impidieron a Raúl Castro aprovechar su intercambio con Obama para advertirle que es "esencial" que EEUU acabe con el embargo contra Cuba para avanzar en la normalización de relaciones.

Cuba considera que las medidas que adoptó Obama en enero para flexibilizar el embargo "son un paso en la dirección correcta", pero son limitadas, por lo que la isla espera que el presidente estadounidense las amplíe y adopte otras nuevas.

Castro también instó a Obama a eliminar las políticas dirigidas a promover cambios en el sistema político y socioeconómico del país.

Según informó el canciller cubano, Bruno Rodríguez, los presidentes además abordaron las posibilidades de cooperación en ámbitos como la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, la protección del medioambiente, la mitigación del cambio climático y la salud, incluyendo el enfrentamiento a pandemias.

Lo que no salió de ese encuentro, considerado histórico por todo el mundo, fueron anuncios o novedades sobre la fecha para la apertura de embajadas en La Habana y Washington, ni sobre la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Obama todavía no ha podido revisar, según dijo él mismo, la recomendación del Departamento del Estado favorable a retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y, por tanto, aún no ha tomado una decisión al respecto.

Cuba reclama su salida de esa lista, en la que aparece cada año desde 1982, y aunque no lo considera una "precondición" para reabrir las embajadas, para la isla es un asunto "muy importante".

En cualquier caso, Raúl Castro valora "como un paso positivo" la intención declarada de Obama de decidir rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista "en la que nunca debió estar".

Otra fecha que también queda pendiente es la de la próxima ronda de negociaciones entre Cuba y EEUU: "Tan pronto como sea posible", se limitó a decir a la prensa el canciller cubano.

El esperado cara a cara se celebró en una pequeña sala del Centro de Convenciones Atlapa de Panamá: Obama y Castro se sentaron uno al lado del otro, en un formato similar al que se usa cuando el mandatario estadounidense recibe a un presidente extranjero en el Despacho Oval.

Los presidentes estuvieron acompañados, entre otros funcionarios, de las dos mujeres que lideran los equipos negociadores de EEUU y Cuba en el proceso de restablecimiento de relaciones: Roberta Jacobson, secretaria para Latinoamérica; y Josefina Vidal, directora de la Cancillería cubana para América del Norte.

Entre la delegación que acompañaba al presidente de Cuba estaba también Alejandro Castro Espín, que es el hijo de Raúl Castro y que es miembro del Consejo de Defensa y de Seguridad Nacional de la isla.

Finaliza la VII Cumbre de las Américas

La VII Cumbre de las Américas culminó de esta forma marcada por la histórica participación de Cuba y la renovación de las relaciones hemisféricas que ha traído aparejada, sin que ello impidiera críticas a EE.UU. por su "intervencionismo" en la región.

Con voz unánime, los gobiernos de América Latina y el Caribe pidieron que la nueva era diplomática que supone el acercamiento de Washington y La Habana esté basada en el respeto al derecho internacional y al principio de no injerencia en los asuntos internos.

Ello a la luz de las renovadas tensiones entre Caracas y Washington a partir de la decisión estadounidense se aplicar sanciones a siete funcionarios de Venezuela y declarar la situación de ese país una "amenaza" para EE.UU..

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sostuvo ante el pleno que Obama "ha cometido una agresión" con su orden ejecutiva sobre la "amenaza" que supone su país, y le instó a derogar esa medida "irracional y desproporcionada".

El líder bolivariano recibió el espaldarazo de aliados como Cuba, Bolivia, Ecuador o Argentina, quienes repudiaron la política "intervencionista" de Estados Unidos y acusaron la violación "flagrante" del Derecho Internacional y la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

"Venezuela no es ni puede ser una amenaza para la seguridad nacional de una superpotencia como los Estados Unidos", dijo Castro, y añadió que era "positivo que el presidente norteamericano, Barack Obama, lo haya reconocido".

Hubo coincidencia entre los mandatarios en que la situación de Venezuela y EEUU puede poner en riesgo los nuevos aires de "convivencia" que soplan en el continente, por lo que exhortaron a las partes a echar mano del diálogo para superar sus diferencias.

La nueva controversia en la larga lista de desencuentros entre Caracas y Washington impidió que esta histórica VII Cumbre de las Américas finalizara con un documento de consenso firmado por los presidentes.

"En medio de la diversidad y pluralidad política (...) hemos facilitado un diálogo franco y respetuoso (...) no hemos pretendido unanimidades", dijo al clausurar la cita el anfitrión presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, quien reconoció que "en los aspectos políticos fue donde hubo diferencias".

Esas mismas diferencias políticas fueron las que marcaron el foro de la sociedad civil, uno de los cuatro eventos oficiales previos a la cumbre, donde la delegación cubana oficialista se negó a participar dada la presencia de disidentes.