La ayuda a los afectados comenzaba hoy a llegar a las zonas más golpeadas fuera de Katmandú, seis días después del terremoto que azotó Nepal, donde Naciones Unidas ha constatado que innumerables aldeas han quedado literalmente aplastadas y sigue aumentando la dimensión del desastre.

El número de víctimas sigue subiendo, con 6.250 muertos y 14.357 heridos según el último recuento ofrecido por el Ministerio del Interior nepalí.

El resto del mundo se enteraba por las imágenes que llegaban desde la capital nepalí de la tragedia del seísmo que asoló el sábado el país de los Himalaya, pero en las faldas de las montañas más altas del mundo el dolor se extendía sin que nadie pudiera llegar a socorrer a los damnificados hasta ahora.

A lo que queda de la localidad de Harre, regresó como pudo Kumar Tamang, un albañil de 26 años que estaba en Katmandú cuando ocurrió el terremoto que dejó sepultados a su hija de 9 años y su hijo de 5. El abuelo fue capaz de recuperar los cuerpos de los pequeños y despedirse de ellos con el rito hindú en una pira funeraria. "Su madre está en Kuwait, no lo sabe. Se lo diré pronto", dijo a Efe el padre.

Como él, cientos de nepalíes han ido recuperando los cuerpos de sus seres queridos arrancándoselos a los escombros, a veces con ayuda de algún equipo de rescates extranjero, pero en la mayor parte de los casos solos.

En Chautara, la capital del distrito de Shindupalchok, que contabiliza un tercio de las víctimas, a un precario campo de desplazados también hoy empezó a llegar la cooperación internacional.

"Somos 26 médicos y técnicos y vamos a abrir un hospital con servicio completo de cirugía", indicó a Efe Olaf Rosset, coordinador de un equipo de la Cruz Roja noruega mirando a las montañas circundantes, donde nadie duda de que solo esperan cientos de muertos y heridos.

El mayor Deepak del Ejército de Nepal, encargado del distrito, declaró a Efe que en este departamento han muerto al menos 2.194 personas y tienen registro de unos 700 heridos de gravedad.

Al preguntarle qué estima el Ejército que puedan encontrar en las casas dispersas y minúsculos poblados a los que no llegan las carreteras y solo se puede llegar tras horas de caminata a pie, en caballo o en yak, responde: "puede haber más de 2.000 muertos".

El jefe del Ejército nepalí, el general Gaurav Shumsher Rana, advirtió de que "alrededor de 4.000 personas podría aún estar bajo los escombros", con lo que la cifra de fallecidos podría alcanzar los 10.000 en todo el país, según recoge el diario local Kantipur.

La ONU considera que la coordinación en la ayuda es cada vez más efectiva, pese a la complejidad de las operaciones de rescate.

"Es una situación operativa difícil y compleja", pero "estamos muy satisfechos de ver que casi en una semana los mecanismos de coordinación están trabajando más efectivamente", afirmó la secretaria general adjunta de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, en rueda de prensa en Katmandú.

"El Gobierno nepalí ha desplegado todos sus recursos disponibles", aseguró Amos después de que el primer ministro nepalí, Sushil Koirala, reconociera el lunes las carencias de su gobierno para afrontar un desastre de tal magnitud en uno de los países más pobres del mundo.

Amos advirtió de que muchas poblaciones en zonas al noreste de Katmandú están destrozadas en áreas de difícil acceso: "las sobrevolamos hoy y vimos aldeas enteras aplastadas".

La Unión Europea (UE) afirmó que 12 ciudadanos europeos murieron y unos 1.000 continúan sin haber sido localizados.

"Desconocemos su situación. Podrían encontrarse bien", manifestó en la rueda de prensa la embajadora de la UE en Nepal, Rensje Teerink, aunque no detalló nacionalidades de fallecidos ni desaparecidos.

En las montañas, un grupo profesional de escaladores que incluye personal médico ha iniciado una misión de emergencia para ayudar a los sherpas, los guías locales en la cordillera del Himalaya, con el objetivo es atender a las víctimas hasta que la ayuda llegue a las zonas más remotas.

El terremoto de 7,8 grados de magnitud en la escala de Richter ha sido el de mayor magnitud en Nepal en 80 años y el peor en la región en una década desde que en 2005 otro seísmo ocasionara más de 84.000 muertos en Cachemira.