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Silencios escandalosos

Asistimos a una tragedia humanitaria inédita en Europa desde la sangrienta desintegración de Yugoslavia en los años 90 del pasado siglo. Cinco años de guerra han convertido Siria en un erial asolado, como ha mostrado recientemente un vídeo que ha corrido como la pólvora en Internet y que muestra las ruinas de la ciudad siria de Homs.

Les recomiendo el visionado de ese vídeo para intentar comprender, ponerse en la piel de esta marea humana que huye de manera desesperada del horror arriesgándolo todo, cayendo en las redes de mafias sin escrúpulos. Incluso Europol ha lanzado la voz de alerta. No se tienen noticias de por lo menos 10.000 niños refugiados que han desaparecido al llegar a Europa. La agencia teme que un número indeterminado de ellos haya caído en manos de redes de explotación sexual.

Más de un millón de personas han llegado a Europa desde 2015 y tras las iniciales imágenes de bienvenida, se encuentran con un continente cada vez más hostil. Los ejemplos de este cambio se suceden, desde ataques a albergues en Alemania a las confiscaciones de bienes en Dinamarca o el cierre de fronteras. Esta misma Europa que cada vez más aprieta el puño sobre los refugiados exige, de manera hipócrita, que Turquía sea país de acogida «por deber moral y legal».

La imagen del pequeño Aylan Kurdi, inerte en una playa turca, estremeció al mundo el pasado otoño y pareció alumbrar la solidaridad hacia los refugiados. Desde su muerte han perecido más de 300 ñiños ahogados en el Egeo, pero ya no se oyen voces que clamen contra esta injusticia. ¿Por qué no llegan a España los refugiados que el Gobierno se comprometió a acoger? El silencio de la sociedad es escandaloso e inquietante.

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