Que la coordinación y cooperación entre los servicios de inteligencia europeos en materia de lucha antiterrorista es muy mejorable es algo patente. Se echa en falta un servicio conjunto para los Veintiocho, ya que ahora solo hay una oficina adscrita a la alta representante de Política Exterior y de Seguridad Común, Federica Mogherini. Pero su función se reduce a recibir información de los servicios secretos nacionales. El propio comisario europeo de Interior, Dimitris Avramópulos, instó ayer mismo a los países miembros a actuar ya «en serio» para mejorar el intercambio de información en materia de seguridad y la lucha contraterrorista, aunque lo cierto es que cada socio es muy celoso de la independencia de sus servicios de espionaje.

Y es que el doble atentado del martes en Bruselas, cuatro meses después de los ataques del 13N en París, ha vuelto a encender las alarmas. El Gobierno belga recibió durísimas críticas tras los atentados de París. Medios franceses e internacionales hablaban entonces de incompetencia o de un «Estado fallido« en materia de seguridad. Desde el Elíseo, se lanzaron duras recriminaciones por la incapacidad de identificar y controlar a jóvenes radicalizados como los hermanos Abdeslam, que intervinieron en la matanza parisina, o los también hermano Bakraoui, que se inmolaron el martes en el aeropuerto de Zaventem y en la estación de metro de Maelbeek dejando 31 muertos y casi 300 heridos. Solo se les tenía fichados como delincuentes comunes de poca monta.

Pero, sobre todo, se achaca al Ejecutivo belga su incapacidad para abordar el problema de la comuna de Molenbeek y el tráfico de armas en la ciudad. Bélgica es —con más de 500— el país europeo con más combatientes en las filas del Estado islámico per cápita. Y hay elementos que claman al cielo. Como que sabiendo que los yihadistas belgas tienen numerosos teléfonos desechables y tarjetas de prepago todavía no se pidiera hasta muy recientemente documentación alguna a la hora de comprarlas. Al contrario, en Bélgica es común que las empresas de telecomunicaciones regalen tarjetas de prepago, sin pedirlas, a quien visita sus tiendas.

Bruselas tiene 1,2 millones de habitantes y está dividida en 19 comunas (agrupaciones de barrios), cada una con su propio alcalde y administración. Y el intercambio de información es muy mejorable. La pugna entre el Gobierno federal y el resto de administraciones es feroz, con un espíritu anticentralista que prevalece.

Seis cuerpos de seguridad

En esa urbe coexisten hasta seis cuerpos diferentes, que se distribuyen en los dos idiomas oficiales del país: el francés y el flamenco, y que están en permanente pulso por recursos y competencias. Lo cierto es que, según la propia fiscalía belga, los atentados de París y Bruselas fueron ideados por miembros de la misma célula yihadista, algunos de cuyos miembros ni siquiera estaban fichados, De Bélgica partieron buena parte de los integrantes del amplio comando que cometió la matanza parisina.

También de ese país salieron los tres coches utilizados por los asesinos. Y a Bélgica regresó uno de los cabecillas del grupo, el ahora detenido Salah Abdeslam. Varios de ellos estaban fichados por la policía belga y algunos habían estado en Siria, pero fueron dejados en libertad tras regresar a la capital belga tras luchar con los hombres de negro.