Un ataque suicida contra un hospital de la ciudad de Quetta, en el oeste de Pakistán, ha causado este lunes 69 muertos y más de un centenar heridos, en un atentado reivindicado por los talibanes y que ya es uno de los peores en lo que va de año en el país.

Un hombre con ocho kilos de explosivos hizo detonar las bombas en la entrada de emergencias del Hospital Civil de Quetta, adonde poco antes había sido llevado el presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistán, Bilal Anwar Kasi, asesinado a tiros en horas de la mañana, dijo a Efe un portavoz policial provincial, Fida Hussain.

El secretario de Interior paquistaní, Baligh ur Rehman, informó en el Parlamento nacional de que 69 personas murieron y 108 resultaron heridas.

Alrededor de 600 abogados y periodistas habían acudido al centro médico tras conocerse la noticia de la muerte de Kasi, en torno a las 09.00 hora local (06.00 GMT), explicó a Efe el portavoz del Hospital Civil, Abdul Rehman.

Entre los muertos se encuentran un periodista de la televisión Aaj, Mahmood Khan, y el cámara del canal Dawn Shahzad Khan, que habían acudido al hospital a cubrir la noticia de la muerte de Kasi.

Las televisiones paquistaníes mostraron imágenes de heridos vestidos con trajes negros de luto, el suelo salpicado de sangre y un gran caos en el centro médico.

El jefe de gobierno de Baluchistán, Sanaullah Zehri, declaró al canal de televisión Geo que se trató de un ataque suicida "planeado", que contaba con que el atentado contra el abogado suscitaría la llegada de otros letrados al hospital.

"Sabían que dispararían al abogado y que otros abogados irían al hospital. El suicida hizo explotar las bombas que portaba cuando los abogados fueron al hospital", dijo Zehri.

El político indicó que se desconoce quién está detrás del ataque y subrayó que los grupos insurgentes se están centrando en objetivos "blandos".

Mientras, el grupo talibán Jamaat ul Ahrar, escisión de la principal formación insurgente de Pakistán, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), reivindicó el atentado.

"Esta mañana un muyahidín mató al presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistán y después mató a muchos abogados y funcionarios que protestaban por su muerte", afirmó en un correo electrónico enviado a los medios la organización, responsable del ataque en un parque de Lahore (este) que causó 73 muertos en marzo pasado.

Jamaat ul Ahrar no indicó el motivo de los ataques, pero amenazó con nuevos atentados.

La insurgencia paquistaní ya había usado está táctica de dobles atentados en el pasado: en diciembre de 2013 un suicida mató con sus bombas a 30 personas en el entierro de un policía asesinado un día antes en Quetta.

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, condenó las muertes en un comunicado en el que afirmó que "no se permitirá a nadie perturbar la paz" y viajó a Quetta, donde visitó a heridos en el ataque.

El jefe del todopoderoso Ejército del país asiático, Raheel Sharif, llegó a la ciudad pocas horas después del atentado y anunció operaciones militares para detener a los autores del atentado, informó su oficina de comunicación en su cuenta de Twitter.

En los últimos meses varios abogados han sido atacados en la provincia de Baluchistán, región suroccidental donde operan grupos armados de corte separatista, además de facciones talibanas y grupos yihadistas.

Hace menos de una semana el abogado Jahanzeb Alvi fue asesinado por atacantes sin identificar, y en junio el director de la Facultad de Derecho de la Universidad de Baluchistán, Amanullah Achakzai, fue también tiroteado.

La Asociación de Abogados de Pakistán anunció que protagonizará una huelga general este martes y ha declarado una semana de luto.

El ataque de hoy es uno de los más graves en lo que va de año en Pakistán, sólo superado por el atentado suicida en un parque de Lahore que causó 73 muertos y más de 350 heridos en marzo.

Pese a estos ataques, Pakistán ha visto caer el número de acciones terroristas en su suelo, una tendencia que el Gobierno y el Ejército atribuyen a la campaña iniciada en junio de 2014 en el noroeste del país contra supuestos refugios talibanes.

Esa ofensiva ha causado al menos 3.400 insurgentes y 488 militares muertos, según datos no verificados independientemente, y más de un millón de desplazados.