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Entrevista

Amparo Tortosa: "Asistimos a la obsolescencia del orden mundial"

«Tras la Guerra Fría se suceden los desmembramientos de países, y este siglo erá el del auge de los nacionalismos»

Amparo Tortosa: "Asistimos a la obsolescencia del orden mundial"

Ha asesorado a países como Irak, trágicamente golpeados por el terrorismo, y ahora, bajo mandato de la ONU, Amparo Tortosa asesora a varias naciones del África oriental, entre ellas Somalia, para que adquieran las herramientas necesarias para hacerse cargo de su propia seguridad respetando los fundamentos del Estado de derecho. Esta valenciana -por motivos de seguridad prefiere no citar su pueblo- se ha batido el cobre en algunos de los escenarios más complejos del mundo, como República Centroafricana, donde estuvo al mando del proceso de transición democrática entre 2015 y 2016. Su experiencia internacional la lleva a afirmar que el mundo está en pleno proceso de cambio irreversible.

P El año 2017 ha visto la caída del califato del Estado Islámico en Siria e Irak. El Gobierno iraquí incluso proclamó la victoria en esta guerra. ¿Hay motivos para tal triunfalismo?

R En mi opinión, sí. Siempre he defendido que se están haciendo progresos en Irak. Durante la ocupación estadounidense del país, las víctimas se contaban por decenas de miles y después de la retirada, por miles. Se ha bajado progresivamente la cifra de víctimas, y aunque bien es cierto que siguen habiendo atentados , no se puede esperar terminar con el terrorismo de un plumazo.

P Con el Califato destruido, ¿cómo se presenta el futuro para el EI?

R En Irak está acabado, por eso se traslada al Sahel y por eso golpea en Europa como represalia. Cada vez que tenemos un triunfo sobre el yihadismo en sus bastiones originales -Afganistán, Irak- cabe esperar una respuesta vengativa hacia Europa o EE UU. Ahora, tras ser expulsado al desierto, el EI permanecerá como grupúsculos aislados.

P España ha tomado el mando de la misión de la UE en Mali, en pleno Sahel. ¿Por qué debe importarnos lo que sucede en esta inmensa área?

R En primer lugar porque recibimos una inmigración masiva de estos países que no estamos gestionando bien. Además, se calcula que a causa del cambio climático, 180 millones de personas se verán obligadas a migrar desde el Sahel en los próximos años. Por otro lado, organizaciones como Al Qaeda se desplazaron al África subsahariana tras perder sus bastiones en Irak y Afganistán para establecer bases logísticas con el objetivo de preparar atentados en Europa.

P ¿Por qué en el Sahel?

R En primer lugar por su cercanía a Europa y porque es un área inmensa muy difícil de controlar. El Sahel resultó ser un terreno fértil porque es una zona con estados frágiles. Desde hace unos años, con el declive de Al Qaeda, este espacio lo está ocupando el EI y grupos afines. Por eso es muy importante que culminemos las transiciones democráticas en estos países y ayudemos a instaurar Estados de derecho, porque son el mejor antídoto contra el terrorismo.

P La derrota militar del EI es un hecho. En su momento de esplendor resultó tener un gran poder de atracción. Ahora, se ha constatado que el volumen de vídeos de propaganda que produce ha descendido?

R Sí, pero está en auge el proselitismo en Internet. Hablo de páginas web de adoctrinamiento, revistas digitales y plataformas online. El terrorismo yihadista en Europa está mutando y debería preocuparnos, porque cada vez más el fenómeno yihadista en Europa es de los nacidos y criados aquí. Cada vez tiene más que ver con factores internos relacionados con cómo hemos gestionado la inmigración, con la desafección de las comunidades musulmanas de segunda y tercera generación en Europa.

P En este sentido, ¿qué diferencia a Al Qaeda y al EI?

R El nuevo yihadismo que nos golpea en Europa tiene mucha menos capacidad que el de Al Qaeda, sobre todo logística y de recursos, son atentados de menor impacto pero con mayor efecto multiplicador, muy difíciles de evitar al ser acciones individuales. Otra diferencia es que Al Qaeda estaba más interesada en atentar contra los símbolos del desarrollo económico, mientras que el EI se está centrando más en atacar los símbolos de la cultura occidental, como el turismo o grandes eventos culturales o deportivos.

P Se ha cumplido un año de Trump en la Casa Blanca y da la sensación de que el panorama internacional es cada vez más incierto.

R Es que asistimos a un auténtico cambio de ciclo, a la obsolescencia del orden mundial tal como lo hemos conocido. Vivimos un tiempo gramsciano en el que lo viejo tarda en morir y lo nuevo en nacer.

P Explíquese.

R El mundo se está regionalizando. Las líneas de fractura política ya no son entre izquierda o derecha, sino entre globalizantes y nacionalistas. Estas son las líneas de fractura política que nos esperan a partir de ahora. Aquí en España, por ejemplo, lo estamos viendo con el conflicto catalán. Al igual que el siglo XIX fue el de los imperios y el XX el de los Estados-nación, el siglo XXI va a ser el siglo de los nacionalismos, del empoderamiento de las regiones y de la revolución tecnológica.

P ¿No se suponía que la globalización iba a acabar con los nacionalismos?

R Desde el final de la Guerra Fría se suceden los desmembramientos de países, desde Asia Central hasta Europa. Solo hay que fijarse en la desintegración de la URSS o de Yugoslavia. No lo habíamos visto de cerca... hasta ahora.

P Así que esta va a ser la tónica en el futuro.

R El auge de los nacionalismos es un hecho, nos guste o no.

P Sin vuelta atrás...

R No vamos a volver a estar como antes de la gran crisis. Pienso que la crisis económica que hemos vivido no es nada en comparación con la transición tecnológica que nos viene, que va a destruir un 47 % de los puestos de trabajo en Europa y va a excluir a mucha clase media de los avances tecnológicos.

P Parece que no queremos mirar el mundo que viene...

R Hablo de esto con mucha gente en España y se piensan que esto de la transición tecnológica es una cosa de aquí a muchos años y no es así. En los próximos cinco años vamos a ver cambios revolucionarios en nuestra forma de vida que nos va a introducir la informática y la robótica. La cuestión es la siguiente: la crisis económica ha empobrecido y laminado a la clase media, ha acabado con el ascensor social y ha precarizado el empleo, pero lo que viene con la revolución tecnológica es más exclusión social. Por eso hay gobiernos que empiezan a experimentar con una renta mínima para que no se rompa la paz social. Esta crisis ha acabado con el contrato social que se generó en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, que estaba fundamentado en la clase media y en el estado del bienestar. Ahí hay que buscar las raíces del brexit o del triunfo de Trump.

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