A primera vista parece difícil imaginar dos personas más distintas que Donald Trump y Kim Jong-un, quienes se han citado este martes en una cumbre tan histórica como insólita. Pero, si se mira de cerca, tienen muchos puntos en común.

El multimillonario estadounidense, quien cumplirá 72 años dos días después de la cumbre, fue el presidente de mayor edad en asumir funciones en la historia de su país.

Treintañero, cuya edad precisa se desconoce, el líder norcoreano es uno de los dirigentes más jóvenes del mundo y lleva seis años en el poder.

Ha sido el artífice de una fulgurante aceleración de los programas atómico y balístico de su país, al punto de poder lanzar un misil que alcance al territorio norteamericano.

Una proeza que agravó las tensiones entre Washington y Pyongyang, dos capitales que hace sólo algunos meses intercambiaban amenazas sobre un apocalipsis nuclear, y sus dirigentes rivalizaban en materia de insultos.

Mientras Trump calificaba a Kim de "hombrecito-cohete", "cachorro enfermo" o simplemente de "gordito", éste prometía meter en vereda al "pastel norteamericano enfermo mental".

Pero, la retórica se apaciguó espectacularmente en tanto este año se confirmó la distensión en la península coreana dividida.

"Pienso que van a entenderse bien", predice John Delury, profesor de la universidad Yonsei de Seúl. Añadiendo: "Contrariamente a lo que se podría pensar, creo que se escucharán".

Capacidad de escuchar

Kim Jong-un, quien hasta este año no había realizado ninguna visita oficial al exterior, se distinguió por dar la impresión de saber escuchar.

Se le vio conversar durante largo rato con el presidente chino, Xi Jinping, en una playa de Dalián, en el noreste de China; e incluso mantener una actitud más respetuosa ante el presidente surcoreano, Moon Jae-in, durante un té al aire libre en la Zona desmilitarizada (DMZ) qua divide la península.

Y, a pesar de su imagen, el magnate estadounidense también supo preguntar y escuchar con atención durante visitas a China y Corea del Sur, observa Delury.

Antes de ocupar la Casa Blanca, Trump tuvo éxito en el sector inmobiliario y en el de laos 'reality shows', para luego subyugar al 'establishment' con una campaña populista sobre la cual nadie habría apostado en un principio.

El contraste no podría ser mayor con Kim Jong-un, el heredero educado durante años con el solo objetivo de suceder a su padre en la cúspide de la pirámide del poder, un dirigente que no tiene que preocuparse por las próximas elecciones, por las portadas de los diarios o del poder de Twitter.

Sin embargo, hay similitudes en su manera de gobernar y de confiar en su familia.

La hermana del líder norcoreano, Kim Yo-jong, se ha impuesto como una de sus más cercanas consejeras. Fue su emisaria en los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur, y estuvo a su lado durante la cumbre intercoreana de Panmunjom, en la DMZ, así como en el encuentro con Xi en Dalián.

Kim, "muy preparado"

Ivanka Trump es una de las asistentes de su padre, su marido Jared Kushner es un consejero muy cercano y Donald Trump Jr. juega un rol importante en la campaña.

Ambos dirigentes exigen una lealtad personal total.

En un mes, a partir del 28 de febrero, Trump destituyó o vio partir a varios altos responsables de su administración, como Hope Hicks, una de sus consejeras más próximas, al consejero para la seguridad nacional, HR McMaster, e incluso al secretario de Estado Rex Tillerson.

Los medios también han informado de importantes reajustes en puestos importantes en Corea del Norte, en particular los reemplazos del jefe del Estado mayor general y del ministro de Defensa.

Kim Jong-un se destacó por su carácter despiadado al hacer ejecutar a su propio tío, Jang Song-thaek, por traición en 2013. Su medio hermano, Kim Jong-nam, fue asesinado en 2017 en Kuala Lumpur, un crimen que muchos imputan a Pyongyang.

Pero, según personas que lo han tratado, señala Delury, el líder norcoreano es alguien "muy preparado".

"Conoce sus asuntos, lleva notas pero no necesita mirarlas. No es alguien que sólo va a dar lecciones y fijar [a su interlocutor] con la mirada vacía", agrega.