Decenas de miles de personas se manifestaron hoy en todo Estados Unidos para exigir al Gobierno de Donald Trump que deje de criminalizar a los indocumentados y reúna con sus padres a los más de 2.000 niños que aún siguen separados de ellos, con el fin de atajar la "crisis moral" que vive el país.

Vestidos de blanco, agitando pancartas y unidos por el lema "Families Belong Together" ("Las familias deben estar unidas"), estadounidenses de todas las razas y edades escenificaron en 750 ciudades del país una enérgica respuesta a la política migratoria de Trump, que ha conmocionado al mundo en las últimas semanas.

"Nuestra humanidad está en juego. Estamos aquí para salvar el alma de nuestra nación", dijo la cantante Alicia Keys desde el escenario de la protesta en Washington.

La capital estadounidense acogió la manifestación central de la jornada, con más de 30.000 personas -según los organizadores- concentradas frente a la Casa Blanca pero aún así lejos de Trump, quien pasa este fin de semana en su club privado en Nueva Jersey.

Bajo un sol abrasador que elevaba la sensación térmica a 34 grados centígrados, Alexandra Cornejo explicaba a Efe por qué se había desplazado hasta la Casa Blanca desde Manassas (Virginia), a casi una hora en automóvil de Washington.

"Vivo al lado de un centro donde están deteniendo creo que a diez o quince niños ahora mismo. Está a solo nueve minutos de mi casa, y no sé qué hacer. Por eso quería estar aquí", dijo Cornejo, que es descendiente de inmigrantes de México y Guatemala.

La joven se refería al centro de internamiento de menores de Bristow, donde están detenidos entre 10 y 20 de los más de 2.500 menores separados de sus familias desde el pasado abril, según explicó esta semana a Efe una fuente conocedora de la situación.

Trump decretó la semana pasada que se frenara la separación de las familias de inmigrantes, pero desde entonces solo 538 niños han podido reencontrarse con sus padres, y más de 2.000 menores siguen recluidos y apartados de sus familiares, según datos oficiales.

Al lado de Cornejo, su amiga Sherifa Atwa definía el decreto de Trump como un parche, una forma de "silenciar a la gente y no permitirles que se unan para denunciar" sus políticas migratorias.

"Es muy duro ver en mi comunidad a familias separadas, a niños en de 11 y 12 años que temen por sus vidas y por lo que le pueda pasar a sus familias", afirmó a Efe Atwa, que da clases a niños inmigrantes en una escuela de Carolina del Norte.

Además de reunificar a las familias separadas, los manifestantes pedían el fin de la política de "tolerancia cero" por la que EE.UU. procesa criminalmente a quienes crucen irregularmente la frontera, y de los centros de detención en los que Trump quiere recluir indefinidamente a los indocumentados, tanto adultos como niños.

"Las familias no deben estar en detención indefinida y no tenemos que tener campos de detención", dijo a Efe Cristina Jiménez, directora de United We Dream, uno de los organizadores de la jornada.

La actriz Diane Guerrero, cuyos padres colombianos fueron deportados cuando ella era adolescente, dio uno de los discursos más emotivos de la jornada, al asegurar que el impacto de la separación familiar "no es temporal, es para siempre, para toda la vida".

"No podemos seguir ciegos ante este flagrante desprecio a la vida humana", sentenció Guerrero, conocida por "Orange is the New Black".

El dramaturgo de origen puertorriqueño Lin-Manuel Miranda cantó una canción de su musical "Hamilton" y pidió seguir presionando "hasta que esos padres puedan volver a cantar nanas a sus hijos".

Mientras los manifestantes en Washington concluyeron la protesta con una marcha hacia el Departamento de Justicia, los de Nueva York atravesaron en silencio el puente de Brooklyn; y aunque las cámaras se centraron en grandes ciudades como Chicago o Los Ángeles, hubo protestas también en pueblos pequeños, en los 50 estados del país.

"Este momento es una crisis moral para nuestro país", dijo desde Boston la senadora demócrata Elizabeth Warren, una de las figuras políticas que se sumaron a las protestas.

En Atlanta (Georgia) resonó la voz del congresista demócrata John Lewis, uno de los líderes del movimiento por los derechos civiles de los años 1960, quien pidió a los manifestantes generar "problemas" al Gobierno de Trump para forzarles a acabar con la "tolerancia cero".

"El mundo está llorando con nosotros", lamentó Lewis.

No faltó la música: en Los Ángeles, John Legend y Jimmy "Taboo" Gómez del grupo The Black Eyed Peas imprimieron ritmo a la jornada.

Pero la mayoría de las protestas tuvieron un trasfondo sobrio, marcado por la indignación que han provocado las imágenes de los niños encerrados en jaulas y por la confianza en que las elecciones legislativas de noviembre puedan cambiar el panorama en Washington.