Más de 600 activistas y estudiantes de la Universidad de Virginia en Charlottesville (EE.UU.) clamaron "basta al racismo" en el fin de semana que recuerda el primer aniversario de las marchas supremacistas en esa ciudad, que se saldaron con la muerte de una mujer y dos policías.

"Nosotros decimos basta al racismo. El apoyo a los movimientos supremacistas blancos persiste. Necesitamos organizarnos así siempre para seguir combatiendo a esta lacra", dijo hoy a Efe uno de los estudiantes organizadores de la manifestación, que pidió ser citado con el seudónimo de Sebastián.

La protesta estaba prevista en una plaza del campus universitario en Charlottesville en honor al expresidente estadounidense Thomas Jefferson (1801-1809), que fue tomada hace un año por las antorchas y consignas de los grupos supremacistas.

Sin embargo, las policías local y estatal rodearon ese lugar e instalaron un robusto sistema de seguridad con detectores de metales para controlar la entrada al recinto, provocando que la manifestación se trasladara a otro lugar del campus.

Además del amplio dispositivo terrestre, hasta tres helicópteros estuvieron sobrevolando el campus universitario durante varias horas a lo largo de la jornada de hoy.

"Hemos decidido cambiar de lugar porque no era seguro para nosotros ni para nuestra comunidad y hubiera sido una traición a nuestros ideales. Nos querían encerrados en una jaula, y eso no pasará", comentó Sebastián.

Así, más de 600 personas, según estimaciones de los organizadores, marcharon alrededor del campus universitario gritando lemas antirracistas y portando pancartas con mensajes en contra de la supremacía blanca.

"No Trump, no KKK, no fascistas en Estados Unidos", en referencia al presidente estadounidense, Donald Trump, y al grupo racista KKK, o "Las vidas de la gente negra importan" ("Black lives matter", en inglés) fueron algunos de los cánticos que se repitieron en las casi dos horas de manifestación.

Muchos de los participantes de esta manifestación pacífica ya se reunieron esta mañana en la misma universidad para recordar a las víctimas mortales de hace un año y destacar la importancia de la inclusión dentro de sus comunidades.

El presidente de la Universidad de Virginia (UVA), James Ryan, consideró en un discurso que la institución que lidera debe trabajar por el bien de "la diversidad, la tolerancia, la equidad y la inclusión" para que eventos como los que ocurrieron hace 365 días no vuelvan a pasar "jamás".

Los actos de hoy fueron solo algunos de los que ha planificado esta universidad en los últimos doce meses, en los que ha tratado de lavar su imagen desde lo acontecido en agosto de 2017.

Sin ir más lejos, la UVA decidió en abril prohibir indefinidamente la entrada a su complejo al exestudiante Jason Kessler, organizador de la trágica marcha "Unamos a la Derecha", después de que numerosos alumnos denunciaran amenazas del supremacista blanco.

Esas protestas se convirtieron en símbolo de la tensión racial en Estados Unidos, cuando Kessley y miles de neonazis marcharon por la ciudad en protesta por la retirada de una estatua de Robert E. Lee, un general esclavista de la Confederación durante la guerra civil.

Después de exhibir durante horas símbolos fascistas, un manifestante neonazi embistió con su vehículo a una multitud que participaba en una contramarcha antirracista, acto que acabó con la vida de una mujer, Heather Heyer, e hirió a otras 19 personas.

Ante el revuelo causado por el primer aniversario de esas protestas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, condenó hoy "todo tipo de racismo".

"Los disturbios en Charlottesville hace un año causaron muerte y división sin sentido. Debemos unirnos como nación. Condeno todo tipo de racismo y actos de violencia. ¡Paz a TODOS los estadounidenses!", señaló Trump en la red social Twitter.

El mensaje de Trump contrasta con las controvertidas declaraciones que hizo hace casi un año, cuando responsabilizó de la violencia tanto a los grupos neonazis como a los manifestantes de izquierda y aseguró que había gente "muy buena" entre los supremacistas.

Esa afirmación fue duramente criticada por miembros de la oposición demócrata y de su propio partido, que consideraron que esa fue una reacción tibia y que protegió a los manifestantes racistas.

La ciudad, de apenas 50.000 habitantes, situada a 200 kilómetros al suroeste de Washington, aún trata de recuperarse de las heridas causadas por esas violentas manifestaciones e insiste en su oposición frontal a cualquier tipo de racismo en Estados Unidos.