John MacLean, apodado hace décadas "El superladrón" por más de un millar de robos en mansiones de la costa este de Estados Unidos, recibirá sentencia este lunes por dos violaciones cometidas en los años 70, informaron medios locales.

MacLean, nacido hace 71 años en Massachusetts, fue hallado culpable este año por dos jurados de haber violado a una joven cuidadora de niños de 15 años en 1976 y al año siguiente a una mujer de 26 años, madre de dos hijos, en Boca Ratón (Florida), delitos por los que puede recibir una condena a cadena perpetua.

El juez del circuito del condado de Palm Beach Jeffrey Colbath anunciará este lunes las penas que deberá cumplir el "superladrón", autor de un sonado robo en la mansión floridana de un oftalmólogo casado con una heredera de Johnson & Johnson en 1979, en el que logró un botín de un millón de dólares en joyas, según medios locales.

Autor del libro "Secretos de un súper ladrón" (1983), en el que contó sus aventuras desvalijando mansiones que según sus cuentas le reportaron más de 100 millones de dólares en dinero, joyas y otros objetos de valor a lo largo de seis años, MacLean fue detenido en 2012, tiempo después de haber pagado por esos delitos en la cárcel.

La razón de su detención fue que la Policía comparó el ADN de MacLean con los que había en las pruebas recopiladas para la investigación de dos casos no resueltos de ataques sexuales cometidos en los años 70 en el sur de Florida.

El ADN de él estaba registrado en los sistemas de la Policía pues en 1992 había sido condenado en Arizona por explotación sexual de un menor, según señalaron medios locales.

MacLean, que vivía en Pompano Beach (Florida), no muy lejos de los escenarios de las violaciones, fue detenido en 2012 y desde entonces ha estado sometido a la justicia.

Durante los juicios por los casos, celebrados en abril y junio pasados, los abogados de MacLean reclamaron que las pruebas contra él habían sido "contaminadas", pero en ambos casos los jurados le declararon culpable.

Las dos víctimas de violación testificaron en los juicios y contaron que fueron atacadas por un hombre armado que les prometió no hacerles daño si no gritaban.