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Análisis

El zarpazo neonazi que sacude Alemania

La ultraderecha germana quiere hacer hoy una demostración de fuerza en Chemnitz, ciudad que ya es un símbolo del auge del movimiento xenófobo

La «cacería al inmigrante» ejecutada por centenares de neonazis en la ciudad sajona de Chemnitz el pasado domingo en venganza por el asesinato de un joven alemán de origen cubano por parte -presuntamente-, de dos jóvenes solicitantes de asilo iraquí y sirio ha sacudido Alemania por dos motivos: el primero, la constatación del poder de convocatoria de estos grupos extremistas gracias a la redes sociales para llevar la violencia a las calles; el segundo, que los neonazis se sienten lo suficientemente seguros en algunas partes del país -especialmente en la oriental-, como para hacer tamaña demostración de fuerza y desbordar a la policía. Y todo ello a escasos nueve meses de unas elecciones europeas en las que la ultraderecha puede dar la campanada si se cumplen las previsiones de las encuestas.

Los distintos grupos ultras alemanes, capitaneados por el partido Alternativa por Alemania (AfD) -tercera fuerza parlamentaria-, el movimiento Pegida, y la plataforma ultra Pro Chemnitz vuelven hoy a esta ciudadz, convertida ya en un símbolo para esta nueva extrema derecha germana que utiliza sin miramientos cada incidente en el que haya inmigrantes de por medio para sumar adeptos a su causa xenófoba y aumentar la presión sobre la canciller Angela Merkel.

«Sin duda, la historia no se repite dos veces pero cuando multitudes excitadas de extrema derecha generan agitación en Alemania y el Estado de derecho se ve sobrepasado, recuerda a la República de Weimar», señalaba esta semana en un editorial el semanario Der Spiegel, haciendo referencia al débil régimen democrático establecido en Alemania tras la Iª Guerra Mundial y que acabó sucumbiendo ante la violencia callejera e intimidatoria del partido nazi de Adolf Hitler.

El analista Hans Pfeifer, en un artículo publicado en la web DW aseguraba: «Que esto haya llegado tan lejos se debe a un hecho tan asombroso como aterrador: en Alemania, el país de los crímenes de Hitler, la violencia de derecha y las amenazas de los extremistas organizados de derecha todavía se juzgan incorrectamente, se minimizan e incluso se aceptan. La escalada en Chemnitz es una prueba más, porque fue de todo menos espontánea».

La filtración de documentos confidenciales policiales en grupos de Facebook neonazis y en otras redes sociales ultras referentes a la investigación del asesinato de Chemnitz han causado escarnio en el país por lo que parecen implicar: connivencia de elementos policiales con estos grupos extremistas violentos.

«Cuando escucho que la orden de detención fue filtrada aparentemente por la policía, tenemos un gran problema que solucionar», protestó Martin Dulig, el viceministro presidente de Sajonia el martes.

Incluso el conservador ministro del Interior alemán, el bávaro Horst Seehofer -principal rival de la canciller Merkel en la coalición de Gobierno-, denunció que la filtración era un acto «inaceptable».

El bastión oriental

No es casualidad que este despertar neonazi haya ocurrido en la ciudad oriental de Chemnitz. El este de Alemania se ha convertido en el epicentro de la violencia ultraderechista en el país. Paradójicamente, es en la antigua Alemania oriental comunista donde se produjeron en 2017 muchos más actos violentos de extrema derecha que en el resto del país, según la Oficina Federal Alemana para la Protección de la Constitución.

De hecho, Chemnitz se encuentra dentro de lo que los expertos denominan el «triángulo de la xenofobia» de Alemania, un territorio situado sobre la República checa y con vértices en las fronteras de Polonia y Baviera. Aquí se han concentrado desde 2015, cuando se desató la crisis de los refugiados, los principales brotes de racismo violento del país.

Se trata de la región menos poblada, más envejecida, más pobre, con mayor tasa de desempleo y menos multicultural del país y es el crisol del movimiento islamófobo de los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) y del grupo terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), que asesinó a diez personas entre 2000 y 2007.

Es aquí donde AfD obtuvo sus mejores resultados en las pasadas elecciones generales, en las que la formación ultra quedó tercera a nivel nacional con el 12,6% de los votos. Los últimos sondeos de intención de voto referidos a Sajonia la colocan ahora como segunda fuerza regional, con el 24% de los sufragios.

Analistas alemanes han coincidido en la última semana en apuntar como una de las causas de esta situación a la miopía del Gobierno sajón, que ha ignorado durante años el problema de la ultraderecha. Así lo denunciaba el diario Süddeutsche Zeitung, que acusaba al Ejecutivo conservador en Dresde de haber «minimizado durante décadas el extremismo de derechas» y haberle dejado crear «sólidas estructuras en la región».

Para Pfeifer, «el gran peligro reside en que, desde hace varios años, marchas como la Chemnitz se mezclan cada vez más con la protesta de los decepcionados y los marginados de la sociedad. Estos últimos, en su mayoría, no son partidarios del nacionalsocialismo, pero están peligrosamente cerca de sus ideas racistas y antidemocráticas. La historia de Alemania enseña que la turba de extrema derecha organizada puede llegar muy lejos si logra unirse a la frustración y la ira de la sociedad».

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