Un mujer de 50 años fue detenida el pasado domingo en Australia en relación a varios casos registrados el pasado septiembre de agujas insertadas en fresas comercializadas en el país oceánico, informó la Policía de Queensland.

La acusada se enfrenta a una pena máxima de diez años de cárcel, informó este lunes la Policía australiana tras anunciar los cargos contra la detenida.

Las autoridades del estado de Queensland, en el noreste de Australia, lanzaron una alerta pública el pasado 12 de septiembre después de que se detectaran varios casos de fresas vendidas en supermercados que contenían agujas.

En total se detectaron más de 100 supuestos episodios en Australia en septiembre, además de un incidente aislado también en la vecina Nueva Zelanda.

Tras calificar el asunto de sabotaje, las autoridades australianas ofrecieron una recompensa de 100.000 dólares australianos (71.897 dólares estadounidenses o 61.464 euros) para encontrar a los responsables de un caso que puso en jaque a la industria de la fresa en el país.

Aunque las agujas comenzaron a ser detectadas en el este de Australia, los casos se extendieron después en casi todo el país, lo que llevó a las autoridades a pedir a los consumidores que cortaran las piezas de fruta en trozos pequeños.

My Ut Trinth, de 50 años, fue imputada con siete cargos por "contaminación de productos, con la circunstancia de agravamiento", dijo en rueda de prensa Jon Wacker, jefe de la división de Narcóticos y Crímenes Graves de la Policía de Queensland, en el noreste del país.

La mujer, una extrabajadora del sector de las fresas, compareció ante el tribunal de Brisbane, que le denegó la libertad condicional hasta la próxima vista a finales de mes.

Según Wacker, en Australia se denunciaron 320 casos de sabotaje que afectaron a 68 marcas, 49 de ellas del estado de Queensland.

"En estos asuntos, en los que el principal contaminante fueron las agujas de coser, hemos visto 186 incidentes en todo el país. De estos 77 fueron en Queensland y 15 parecieron ser bromas o quejas falsas", explicó.

El sabotaje de fresas, sector que genera unos 160 millones de dólares australianos (115 millones de dólares o 98,3 millones de euros), obligó a retirar miles de canastillas de esta fruta de los supermercados de Australia y a los agricultores a desechar varias toneladas de sus cultivos.

En Nueva Zelanda también se detectaron algunos casos aislados y las autoridades del país detuvieron temporalmente la venta de las fresas australianas.