Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La vida en Hebrón: rejas y checkpoints

La ocupación y la expulsión de comerciantes palestinos han convertido la calle principal de la ciudad antigua en un área de tiendas cerradas y casas enrejadas

La vida en Hebrón: rejas y checkpoints

La geografía urbana de la ciudad antigua de Hebrón no deja indiferente al visitante. No en balde, es la única ciudad palestina, junto a varios barrios de Jerusalén Este, que cuenta con asentamientos de colonos israelíes en el centro de la ciudad.

Tras acceder a ella por alguno de los 18 checkpoints fijos (controlados por el ejercito de Israel) que la cercan, comercios cerrados y calles vacías reciben al visitante. Otras están tapiadas con grandes bloques de hormigón o cortadas con alambre de espino. Si se levanta la vista, las ventanas y balcones aparecen enrejados y banderas de Israel cuelgan de algunos de ellos. Pintadas con la Estrella de David en antiguas tiendas palestinas y soldados patrullando son un elemento común en la calle Shuhada, antigua arteria comercial de Hebrón y hoy principal calle (sin actividad comercial alguna) de la ciudad antigua ocupada. Colonos de todas las edades, algunos armados, pasean por sus calles examinando a los visitantes y en ocasiones requiriendo a los soldados que controlen los pasaportes de los mismos.

La convulsión generada desde que en el año 1994 Baruch Goldstein, un colono extremista de la cercana colonia Kiryat Arba, entrara armado en la Mezquita de Ibrahim (lugar sagrado tanto para musulmanes como judíos, siendo para los segundos la Tumba de los Patriarcas) durante el primer rezo de la mañana y disparara por la espalda contra los fieles congregados, asesinando a 29 de ellos e hiriendo a 125, marcó el principio del estado de excepcionalidad en el que viven los palestinos en este área. En la zona H1, controlada por Autoridad Nacional Palestina, viven unos 200.000 palestinos, mientras que en la zona H2, controlada por el ejercito israelí, viven unos 800 colonos, protegidos por 600 soldados, que condicionan la vida de 40.000 palestinos. La división se estableció en el Protocolo de Hebrón resultante de los Acuerdos de Oslo (acuerdos de paz firmados entre Israel y Palestina en los 90) y fue ratificada por el extinto líder palestino Yasir Arafat y por el entonces (y hoy) primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu en los Acuerdos de Hebrón.

Las restricciones a la población palestina que vive en este área son constantes y generan una situación de desigualdad continua. Mientras que los colonos tienen total libertad de movimiento y se someten a la ley civil israelí, los palestinos tienen que pasar controles y checkpoints a diario, no tienen el mismo derecho a circular por las calles que los colonos, sufren ataques frecuentemente por parte de estos últimos y son sometidos a la ley militar israelí. Este tipo de restricciones se han extendido más allá de la parte central del casco antiguo a otras zonas del mismo.

El barrio de Tel Rumeida, en la parte oeste de la ciudad antigua, fue declarado zona militar cerrada en 2015 y a los palestinos allí residentes se les asignó un número a modo de salvoconducto para mostrar en los checkpoints de acceso. Muchas de las calles principales fueron restringidas, quedando únicamente para la circulación de colonos israelíes; otras fueron cerradas. Esa declaración fue levantada pero algunas de las restricciones se han mantenido.

Nisreen Azzeh vive en este barrio. Para acceder a su casa, hay que cruzar por un pequeño hueco entre dos muros y caminar por una empinada ladera. Ella se hace cargo sola de sus dos hijas y dos hijos después de que falleciera Hashem, su marido, en 2015 a las dos semanas de una operación de corazón. La afección de gases lacrimógenos en su propia vivienda provenientes de disturbios le hizo sentir indispuesto y desmayarse y las restricciones de movimiento retrasaron su evacuación, falleciendo en el hospital. La cotidianidad de Nisreen se ve condicionada por la ocupación y los colonos. No puede recibir visitas que no estén autorizadas previamente y sus hijos tienen que cruzar varios controles militares para ir al colegio: «a veces los cierran sin previo aviso y hay que dar una gran vuelta para llegar a casa».

Nisreen tiene por vecino a Baruch Marzel, un líder colono de extrema derecha fundador del partido ultranacionalista Nación Judía, que cuenta con numerosos antecedentes policiales y que fue portavoz por una década del ilegalizado partido Karch, considerado por Estados Unidos organización terrorista: «muchas veces ataca a nuestra familia y a otros palestinos. También nos amenaza», comenta Nisreen. Pese a su precaria situación, ella ha encontrado una salida laboral y personal en la pintura: «dibujo y pinto sobre la situación en Hebrón. Mi idea es vender online mis obras para poder mantener a mi familia». Aún con todo, Nisreen lo tiene claro: «soy una resistente: está es mi tierra y mi casa. Resistiré con mis hijos, no me voy a ir». El caso de la familia Azzeh no es una excepción, pues la violencia colona en Hebrón en forma de vandalismo, robos, violencia verbal y física e intento de expulsiones es el día a día de la población palestina. Los niños no se libran de los ataques: en noviembre del año pasado un vídeo de un soldado israelí lanzando gas lacrimógeno hacia una escuela causó gran revuelo al haber negado previamente al diario Haaretz un portavoz del ejército que esto hubiese ocurrido.

Una situación de «apartheid»

En el mercado, una red metálica protege a los comerciantes palestinos, a nivel de calle, de los colonos que viven sobre sus puestos y que arrojan basura de todo tipo e incluso excrementos.

Además de las restricciones y la violencia, las infraestructuras que se construyen exclusivamente para ciudadanos israelíes, como algunas carreteras, también generan una situación de desigualdad.

Precisamente este tipo de situaciones han sido denunciadas en informes de Naciones Unidas y más recientemente de la Unión Europea, considerándolas como generadoras de una situación de «apartheid» israelí sobre la población palestina.

Israel expulsa a los observadores

En una decisión sin precedentes, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu anunció que no renovaría la misión de observadores internacionales (TIPH por sus siglas en inglés) en Hebrón, que se renovaba cada seis meses desde que entrara en funcionamiento en el año 1997 el «Protocolo de Hebrón».

La misión, que no tenía capacidad operativa en la zona más allá de realizar informes secretos para las partes, fue expulsada en la última semana de enero. La decisión se adoptó tras la publicación del diario israelí Haaretz de un informe privado sobre los 20 años de misión en el que se revela que Israel viola sistemáticamente el derecho de no discriminación y la obligación de proteger a la población bajo ocupación, como ordena la Convención de Derechos Políticos y Civiles.

Además, reporta más de 40.000 incidentes en estos veinte años y la violación constante de los derechos humanos de la población palestina, la cual no tiene libertad de movimiento. «No es posible encontrar la vida normal en la zona H2», relata el informe. También califica la presencia de asentamientos en Hebrón una violación del derecho internacional.

Compartir el artículo

stats