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Ataque racista en Christchurch

Las raíces de la violencia ultra en Australia y Nueva Zelanda

El ataque de un supremacista en Christchurch reabre la atención sobre unos grupos de fuerte arraigo histórico

La primera ministra neozelandesa, Jacinda Arden, durante el rezo en una mezquita tras el atentado. REUTERS

El ataque del ultraderechista australiano Brenton Tarrant contra dos mezquitas en Christchurch, que ha causado 50 muertos, ha devuelto la atención al asunto del crecimiento de las ideas supremacistas en Nueva Zelanda y Australia, dos países por lo general alejados de noticias vinculadas a terrorismo o racismo, pero que llevan años, según los expertos, ofreciendo indicios en este sentido.

Las políticas migratorias de acogimiento e integración se han desarrollado con menos problemas en Nueva Zelanda que en Australia. "Nueva Zelanda nunca ha negado su realidad precolonial y su cultura autóctona. Por eso sorprende que el atentado haya ocurrido allí", explica Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. No se descarta un efecto contagio de la creciente polarización política que vive Australia, donde la ultraderecha -representada en el Parlamento por el partido One Nation-, comenzó a crecer en el año 2001, antes incluso que los atentados del 11-S en Estados Unidos.

"Las autoridades de Nueva Zelanda han dicho que consideran a la extrema derecha una preocupación, pero la cuestión es si se han dedicado suficientes recursos a estos grupos o individuos. No es una tarea pequeña, pero está claro que no se ha hecho lo suficiente", ha indicado en un artículo en el diario 'South China Morning Post' Paul Sponley, profesor de Humanidades y Ciencias Sociales en la Universidad Massey de Nueva Zelanda.

El senador australiano Fraser Anning ha condenado el ataque, pero al mismo tiempo ha considerado que la presencia de musulmanes constituye "una amenaza". Reuters

En los últimos años, Nueva Zelanda ha acogido a numerosos inmigrantes de origen asiático, en especial indonesios. Al contrario que Australia, que estuvo presente en la Guerra del Golfo y los conflictos de Afganistán e Irak, Nueva Zelanda ha optado por desarrollar una política exterior menos activa, tratando de preservar un papel menos intervencionista. La cuestión racial ha tenido una importancia superior en su vecino. Alberto Priego recuerda la política del 'Yellow Peril' (Peligro Amarillo) que Australia impuso hasta mediados de la década de los 60 para priorizar la inmigración europea sobre la asiática ante el temor de que ésta supusiese un riesgo para las raíces culturales del país. "Se trataba de un tipo de racismo más basado en términos étnicos que religiosos", explica Priego.

En los años, el grupo neonazi 'The Australian Nationalist Movement' perpetró varios ataques terroristas contra bares y restaurantes asiáticos antes de ser desmantelado. En la última década, por motivos fundamentalmente económicos, Australia ha estrechado su integración en los acuerdos comerciales con países de Asia y ha acogido a refugiados que huían de la persecución y la guerra en el sudeste del continente. Pero el peligro de la extrema derecha nunca desapareció. Los grupos supremacistas redoblaron sus campañas tras el ataque de Sydney de 2014, en el que un hombre de origen iraní y nacionalidad australiana, Man Haron Monis, tomó 17 rehenes en una cafetería. La policía lo abatió, pero dos personas fallecieron.

Un grupo de estudiantes se dan abrazos durante una plegaria en Christchurch. Reuters

En Nueva Zelanda, grupos como 'New Zealand First' y 'NZ Sovereignty' se encuentran bajo la atenta mirada de las fuerzas de seguridad por su auge en los últimos años. Todos estos grupos se encuentran conectados por su odio a judíos y musulmanes, pero también a cristianos católicos. Para Alberto Priego, la ola de islamofobia en Europa, que influye de manera decisiva en el pensamiento de los grupos extremistas oceánicos, se conecta con el antisemitismo presente en el Viejo Continente en el siglo XX. El profesor de la Universidad Pontificia Comillas rememora el pensamiento de Edward Said, el analista palestino-estadounidense que teorizó sobre los movimientos potscolonialistas. "Es Said el que dice que se abandona el discurso del antisemitismo cuando los que empiezan a ser incómodos en Europa son los musulmanes y que los mismos que odiaban a unos son los que empiezan a odiar a otros".

Autores como David Rapoport, uno de los mayores expertos del mundo en terrorismo, creen que la ultraderecha se apresta a comandar la próxima ofensiva terrorista internacional. Priego recuerda los ataques de Noruega en 2011, cometido por Anders Breivik contra un campamento de las juventudes del Partido Laborista -77 muertos- y el cometido por el supremacista Robert Bowers contra una sinagoga de Pittsburgh, en Estados Unidos, con 11 muertos.

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