"Durante cuatro años estuve esperando si me daban la protección internacional en España, parece una cifra cualquiera, pero son muchos días, muchas horas de incertidumbre, de soledad y de miedo", explica Marie, una refugiada procedente de Camerún y que hoy puede contar su historia con una sonrisa.

Tiene trabajo en España y durante la celebración del Día del Refugiado, organizada este miércoles por la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), es una de las camareras del aperitivo que se ha servido dentro del Refugee Food Festival, una de las actividades organizadas para visibilizar la situación de los más de 70 millones de personas desplazadas en el mundo.

Incluso ha aportado un plato con sabor a banana que le trae recuerdos de su país. Salió de Camerún huyendo de la violencia. "Es un viaje largo, yo lo hice en coche y finalmente tuve que cruzar el mar; fueron muchos kilómetros, pero lo más difícil no fue la distancia, sino lo que tuve que superar por el camino", relata emocionada.

Pero al llegar a España, no se acaban los problemas. "España significa alcanzar un lugar seguro, pero una vez aquí no fue fácil, nada fácil". "Fueron muchos kilómetros, pero también muchas dificultades y peligros hacerme un lugar en un nuevo país".

"Cuando llegué no hablaba español y no me acompañaron familiares ni amigos, estaba sola, aunque se cruzaron muchas personas en mi camino como yo eran distintas, aunque también habían sido perseguidas y huían del peligro".

Marie reconoce la vulnerabilidad que sintió como mujer sola en un país que no es el tuyo. "Quizá lo más difícil no fue que no hablara el idioma ni que fuera de otra cultura, lo más difícil es sentir la discriminación, no entendía nada", cuenta.

Reconoce que le desconcertó que las personas en España no entendieran lo que habían sufrido las personas que como ella habían tenido que abandonar obligatoriamente sus países.

"No todo el mundo puede aceptarme sin más y entender de dónde vengo, pero no comprendo esa confusión entre la gente; estamos obligados a dejarlo todo y a buscar desesperadamente un lugar seguro".

En España, entró en el sistema de acogida, donde fue asesorada sobre los trámites necesarios para empezar una nueva vida en España.

"Para mí hoy lo más importante es poder trabajar y poder ganarme la vida, no depender de ayuda, que esa se acaba; un trabajo me permite ser independiente, comprar comida para mi hija de dos años".

En eso está. "Siento que un nuevo camino comienza aquí, los solicitantes necesitamos el apoyo de todos, pero sobre todo que la discriminación desaparezca para que se nos vea como lo que somos, personas que hemos sufrido mucho, pero que somos muy fuertes y que tenemos muchas ganas y energía, aunque necesitamos que nos protejan y nos den una oportunidad porque la vamos a aprovechar".