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Violencia

Terrorismo de ultraderecha, una amenaza subestimada

Los ataques de motivación racista crecen en EE UU y Europa - Las agencias de inteligencia se han centrado en el yihadismo y han descuidado esta vertiente

Una mujer reza en El Paso por las víctimas del ataque. REUTERS

La masacre de El Paso, donde un supremacista blanco asesinó a tiros a 22 personas, y la acontecida en Dayton, con un tiroteo que dejó nueve fallecidos -aunque en este caso no está clara la pista política y se investigan las motivaciones del autor-, han devuelto a primer plano al terrorismo ultraderechista, una vertiente cada vez más mortífera. Gobiernos y autoridades internacionales, centrados en la lucha contra la violencia yihadista, han subestimado la importancia del terror de inspiración racista y xenófoba.

El informe de 2018 del Índice de Terrorismo Global, elaborado por el 'Institute for Economics and Peace', certificaba el ascenso de la violencia terrorista sustentada en las ideas de la extrema derecha. Según los datos del Índice, en el quinquenio 2013-2017 murieron 66 personas por atentados de motivación ultraderechista en Estados Unidos y Europa occidental. El informe constata la “preocupación creciente” que supone este terrorismo y como se ha producido un “resurgimiento" del mismo en los últimos años.

El perfil del atacante, en la mayoría de los casos, corresponde a lo que los expertos denominan un 'lobo solitario' que refuerza ideas preexistentes gracias a Internet. "Consideran que el hombre blanco se encuentra amenazado por la inmigración, el multiculturalismo y el cosmopolitismo", explica Pedro Rodríguez, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas y corresponsal de prensa durante dos décadas en Washington.

En Estados Unidos, el mensaje del supremacismo blanco ha estado históricamente dominado por grupos abiertamente racistas y violentos como el Ku Klux Klan, pero también existen otras corrientes de pensamientos fuertemente arraigadas, como las de los libertarios, que propugnan una intrincada filosofía anarquista que cuestiona la burocracia y la legitimidad del gobierno federal al entender que su poder coarta las libertades individuales. En distintas etapas de la historia de EE UU, han defendido la objeción fiscal y la formación de milicias armadas que protejan a los individuos frente a lo que consideran excesos del Estado.

Manifestación por el control de armas en Miami. EFE

La novedad estriba en que, tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, se ha reforzado el "ambiente ideológico" que trata de "legitimar" estos movimientos, sostiene el docente de la Universidad Pontificia de Comillas. "El nacionalismo blanco trata de hacer legítimo lo que hasta ahora no era aceptable en el discurso público. Trump, en sus discursos, cuando habla de invasión de indocumentados y de que América dejará de ser como es si no construye el muro con México, ha alentado todo esto. Esa idea de emergencia, de que se vive una situación límite, funciona como motor de esa paranoia", añade este experto.

Hay determinados patrones que se reproducen en los autores de estos ataques, ya sean en Noruega -Breivik-, Nueva Zelanda -atentados en dos mezquitas de Christchurch- o Estados Unidos. Trump asegura con frecuencia que se trata de enfermos mentales, pero Rodríguez no lo cree así. "Hay una conciencia de sus actos y una premeditación de los mismos muy elevada. Tienen un afán de notoriedad muy grande. Graban vídeos, publican manifiestos... Al contrario que los yihadistas, persiguen más la fama que el paraíso", explica.

Acceso a armas en Estados Unidos

A todas estas circunstancias se suma una variable que complica sobremanera la lucha contra esta violencia en Estados Unidos. La Segunda Enmienda a la Constitución garantiza el acceso a las armas. "Eso hace muy difícil el seguimiento de esas amenazas. Trump ha hablado de la responsabilidad de Internet y de los videojuegos. Ha hablado de todo menos del meollo del asunto, que es el derecho a portar armas", subraya el profesor de la Universidad Pontificia Comillas.

Las agencias de inteligencia de Estados Unidos y de las potencias europeas, focalizadas en la lucha contra el yihadismo desde el 11-S, no han dedicado la suficiente atención a un problema creciente. "No ha habido una atención sostenida. Todos estos grupos han conseguido funcionar por debajo del radar, y no digamos ahora, que se sienten fortalecidos por los guiños desde la Casa Blanca", concluye Rodríguez.

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