"El camarada V.V. Putin constantemente mejora sus estándares ideológicos". "Es resolutivo, disciplinado, un empleado concienzudo". Así es descrito el actual presidente ruso, Vladímir Putin, en una evaluación interna realizada por el KGB después de que este ingresara en el temido cuerpo de seguridad soviético en 1975.Aunque no se estipula ninguna fecha, se cree que el documento fue escrito a finales de los años 70 o principios de los 80.

El perfil, de una página de extensión y seleccionado por el Archivo Central Estatal de Documentos Histórico Políticos de San Petersburgo, está siendo expuesto para el gran público en la segunda ciudad rusa, en una muestra dedicada a las personalidades más relevantes de los siglos XX y XXI que permanecerá abierta hasta final de año. "Está teniendo mucho éxito; cada día tenemos grupos dispuestos ver la exposición", destaca telefónicamente Vladímir Taradin, director del archivo. Unas noticias que son recibidas con satisfacción por el propio Kremlin. "Es bastante normal" que el pasado de Putin suscite curiosidad, ha declarado a TASS el portavoz presidencial, Dmitri Peskov.

El presidente ruso nunca ha ocultado la alergia que le produce el comunismo. Hace dos años, a raíz del centenario de la revolución bolchevique de 1917, incluso llegó a desear que esta nunca se hubiera producido, dada la tragedia que acarreó al país y el derramamiento de sangre que provocó. Sin embargo, en su juventud hacía gala de una ortodoxia ideológica socialista sin fisuras. "Participa activamente en el trabajo educativo del partido", se lee en el perfil. Su amor por el deporte también merece mención especial, en particular el judo, destacando la obtención de un campeonato en 1978.

Según la biografía oficial, el joven Putin, cuando todavía cursaba estudios secundarios, acudió a una oficina del KGB donde demandó de forma voluntaria ingresar en el cuerpo, atraído por la idealizada imagen de acción y aventuras que emanan los servicios secretos. Allí se le conminó a estudiar Derecho o a entrar en una academia militar. En 1975, tras graduarse en la Universidad Estatal de Leningrado, fue admitido en el servicio, donde inicialmente fue destinado a tareas de contrainteligencia.

Parabienes nada extraordinarios

Pese a la pompa que ha recibido en Rusia la difusión del documento, los parabienes dedicados al actual líder del Kremlin no tienen nada de extraordinario, opina para EL PERIÓDICO, medio de Prensa Ibérica, Andréi Soldatov, periodista, especialista en KGB y coautor del libro 'Los compatriotas: la historia caótica y brutal de los exiliados rusos, los emigrados y los agentes en el extranjero'. "Es algo muy formal, copiado cientos de veces de un agente a otro; si uno lo lee detenidamente, no es muy personal", destaca.

Las razones que han empujado al Kremlin a permitir la difusión de semejante perfil también son también muy peregrinas, continúa Soldátov. "Putin no puede cazar un oso cada mes, pero necesita mantener su imagen de hombre duro; para la audiencia rusa, la imagen del agente disciplinado encaja en esta categoría; es un ejercicio de relaciones públicas".

Nadie esperaba revelaciones exclusivas de una muestra organizada por un organismo estatal. Sin embargo, del lenguaje empleado por los supervisores de Putin, del contenido mismo del perfil y de lo que no se dice en él se pueden deducir muchas cosas, considera Mark Galeotti, de la University College London, en un reciente artículo. "La 'estabilidad moral' es un término eufemístico para asegurar que no era ningún bebedor o depredador sexual; participar en el 'trabajo educativo del partido' significa que acude a los mitines, aplaude a los que intervienen, y dice las cosas adecuadas", escribe el especialista.

Tras estudiar la trayectoria de Putin, Galeotti llega a la conclusión que el presidente nunca fue en el KGB ninguna "estrella rutilante" ni realizó trabajos relevantes como agente sobre el terreno Sin embargo, sí cree que su entusiasmo por el mundo de los servicios secretos, por el poder que ellos desprenden, se plasmó cuando llegó a la cúspide del poder hace dos décadas. El presidente se parece más bien al habitual "espía-admirador que permitiría a los 'chekistas' [agentes] dirigir y diseñar su política, y explotar al máximo la indulgencia que les concede".