Tres personas, incluido el conductor del tren, han muerto en el descarrilado ocurrido en la mañana del miércoles en la región escocesa de Aberdeen. Otras seis resultaron heridas y fueron conducidas al hospital, según confirmó la Policía de Transporte Británica. El estado de estos últimos no revestía al parecer gravedad. Los equipos de rescate estuvieron trabajando todo el día entre los restos humeantes de Intercity siniestrado en Stonehaven, en la costa este de Escocia. Afortunadamente el número de viajeros a bordo apenas alcanzaba la veintena.

El tren se salió de las vías poco antes de las 10 de la mañana, cerca de la estación de Carmont, en una zona remota de "muy difícil acceso para los servicios de emergencia dificil acceso", ha señalado la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. El tren, con dos locomotoras, una delante y otra detrás, cubría el trayecto entre Aberdeen y Glasgow. Tres de los cuatro vagones de que constaba se salieron de la via.

Sturgeon ya había adelantado que se trataba de un incidente "extremadamente grave", cuando aún no se conocía el balance de víctimas. "He tenido un informe inicial del Network Rail y de los servicios de emergencia y estoy siendo informada. Nuestros pensamientos están con todos los involucrados (en el incidente)", ha añadido.

Los primeros indicios apuntan a un corrimiento de tierras, debido a las fuertes lluvias que se han registrado la pasada noche en la región, que han causado inundaciones y trombas de agua en la zona, provocando retrasos y cancelaciones en el servicio ferroviario. Otras líneas, debido a la climatología habían quedado clausuradas como medida de precaución. La pregunta que muchos se hacían tras el accidente es si había sido prudente que, dadas las condiciones del terreno y las vías, se mantuviera el servicio del tren accidentado. Se ha abierto una investigación para determinar con exactitud las circunstancia de lo ocurrido. El sistema informático del tren permitirá establecer la velocidad a que iba circulando en el momento de perder el control.

El primer ministro, Boris Johnson, tras lamentar lo ocurrido, subrayó que "afortunadamente este tipo de accidentes son muy raros". El último descarrilamiento de gravedad en el Reino Unido se remonta al 2007 en Cumbria.