Los primeros pasos del Brexit en Irlanda del Norte siguen creando tensiones entre el Reino Unido y la Unión Europea, con demandas de Londres para que Bruselas modifique las nuevas reglas comerciales introducidas en la provincia británica, algo que por ahora rechazan Dublín y la UE.

A las exigencias planteadas por el Gobierno de Boris Johnson, se han sumado, además, las amenazas de violencia procedentes de sectores unionistas y lealistas norirlandeses, lo que ha provocado la suspensión temporal de algunos controles aduaneros comunitarios en los puertos de Belfast y Larne.

Ante estas presiones, el Ejecutivo de Dublín y la Comisión Europea (CE) reiteraron este jueves que no contemplan la posibilidad de eliminar el llamado Protocolo para Irlanda del Norte, una de las piezas básicas del Acuerdo de Salida de la UE firmado por Londres y Bruselas.

"Tenemos que ser francos con todas las partes y decirles que no va a desaparecer", subrayó hoy el ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, quien, no obstante, se mostró abierto a explorar ciertos cambios en el funcionamiento del protocolo, aunque advirtió de que no "habrá modificaciones dramáticas".

Este mecanismo, fruto de dos años "de intensas negociaciones", recordó este jueves Coveney, está diseñado para permitir la libre circulación de bienes entre las dos Irlandas y mantener así abierta la frontera en la isla, clave para sus respectivas economías, altamente conectadas, y el proceso de paz.

A cambio, la UE protege su mercado interior imponiendo controles aduaneros en los puertos a los bienes que llegan a Irlanda del Norte procedentes de la isla de Gran Bretaña (Escocia, Gales e Inglaterra), con una nueva carga burocrática que está provocando escasez de productos en la región.

"La UE quería compartir el mercado único y la unión aduanera, pero eso fue rechazado" por Londres, afirmó Coveney, en referencia a las condiciones impuestas por Johnson para fijar una nueva relación pos-Brexit, recogida en el acuerdo comercial firmado por las partes la pasada Nochebuena.

Con aquel giro negociador, guiado más por cálculos políticos que económicos, Johnson enterró la propuesta de su antecesora en el cargo, Theresa May, para evitar una frontera dura en Irlanda, que, como ocurre ahora con el protocolo, tampoco contó entonces con el apoyo del Partido Democrático Unionista (DUP), mayoritario en el Ulster.

La ministra principal norirlandesa y líder del DUP, Arlene Foster, volvió hoy a exigir a Johnson que elimine el protocolo y negocie con Bruselas un nuevo arreglo, a fin de acabar con la "frontera económica" que separa a Irlanda del Norte de Gran Bretaña a través del mar de Irlanda.

Al descontento provocado por la escasez de productos se le suma el malestar político que siempre ha despertado el protocolo entre la comunidad protestante, pues considera que concede a Irlanda del Norte un estatus diferente al resto del Reino Unido y pone en peligro su relación con Londres, al tiempo que podría dar alas a los partidarios de la reunificación de Irlanda.

Foster y los suyos sienten que sus quejas son ahora aún más legítimas, después de que la Comisión Europea (CE) considerara el pasado viernes la posibilidad de imponer en la región restricciones a la exportación de vacunas contra la covid-19, activando el artículo 16 que suspende de manera unilateral el protocolo.

Amenaza de Johnson

En este clima de creciente tensión, el propio Johnson, preguntado en los Comunes por su compromiso con sus compatriotas norirlandeses, aseguró este miércoles que, "si es necesario", activará él mismo el artículo 16 para forzar a Bruselas a rediseñar la nueva relación comercial.

En paralelo a esta advertencia, el ministro del Gabinete británico, Michael Gove, ha enviado una carta a Bruselas en la que pide extender hasta 2023 las medidas temporales pactadas para minimizar los controles en Irlanda del Norte durante los primeros meses tras el Brexit, al tiempo que exige cambios en el protocolo.

La misiva, según informó hoy la cadena pública irlandesa RTE, ha sido recibida en la UE con preocupación, pues señalan que "suena a ultimátum", con un tono que no ayuda a desactivar el aumento de la tensión en Irlanda del Norte.

La policía autónoma norirlandesa (PSNI) calificó este jueves de "febril" la atmósfera reinante en ciertos barrios protestantes/unionistas cercanos a los puertos de Belfast y Larne, con presencia de paramilitares lealistas.

La pintadas amenazantes aparecidas en los últimos días en esas zonas, en las que se describe a los trabajadores aduaneros como "objetivos", obligó a las autoridades portuarias a suspender temporalmente este martes los controles físicos a productos de origen animal procedentes de Gran Bretaña.

"Ahora es el momento de tener cuidado con las palabras y de mantener la calma", declaró el superintendente de la PSNI, Simon Byrne, quien recordó que, de momento, no han hallado pruebas que relacionen a los paramilitares protestantes con las citadas amenazas.