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En clave europea

Turquía manipula a la UE

La dependencia comunitaria en el control migratorio deja a Bruselas cautiva de Ankara

La Unión Europea (UE), una de las mayores potencias, se está dejando manipular por el régimen autoritario turco, cuya maltrecha economía depende de las exportaciones al mercado europeo. El presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, se siente fortalecido debido a la dependencia europea de su control migratorio, a la división y debilidad política de la UE y al papel de Turquía de aliado «valioso» en la OTAN reconocido por Estados Unidos el 23 de marzo.

La incapacidad de los Veintisiete de gestionar los flujos migratorios ha dejado a la UE cautiva de Ankara desde que en marzo de 2016 subcontrató al Gobierno turco para detener la llegada de inmigrantes y refugiados a cambio del pago de 6.000 millones de euros. Desde entonces, Erdogan ha podido constatar que no tiene que temer ninguna consecuencia seria de los Veintisiete, sea cual sea su comportamiento.

Da igual que los aviones de combate de la fuerza aérea turca violen el espacio aéreo griego una media de 20 veces al mes, que Ankara realice prospecciones gasistas ilegales bajo escolta militar en las aguas de Grecia y Chipre o que Erdogan califique de «nazi» a la canciller alemana, Angela Merkel. Da igual que el Gobierno turco apoyara a los extremistas islámicos en Siria mientras preparaban atentados en la UE, que lanzara una ofensiva militar contra las milicias kurdas que fueron decisivas para derrotar a Estado Islámico, que haya exportado milicianos yihadistas, tropas y armamento a Libia o que fomentara la guerra del Alto Karabaj en otoño de 2020 garantizando un decisivo apoyo militar a Azerbaiyán contra Armenia.

La UE, a diferencia del caso ruso, se ha abstenido de adoptar sanciones contra el encarcelamiento de los diputados y dirigentes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), segunda fuerza del Parlamento turco, ni contra el encarcelamiento de periodistas, escritores, activistas sociales, académicos y críticos con Erdogan.

La UE ha sustituido la amenaza de sanciones contra Turquía del Consejo Europeo de diciembre por una política de apaciguamiento hacia Erdogan. Una lista amplia de responsables turcos susceptibles de ser sancionados, promovida por Francia, chocó con la oposición de Alemania, Italia y España, que impusieron una agenda «constructiva» después de que Erdogan expresara su deseo de mejorar las relaciones y suspendiera la exploración gasista. El presidente norteamericano, Joe Biden, también pidió a la UE que no sancionaran a Turquía, aunque EE UU mantiene sus sanciones.

La violencia machista

Tan pronto como quedó claro que no habría sanciones de la UE, Erdogan anunció el 20 de marzo la retirada de Turquía de la Convención para Combatir y Prevenir la Violencia contra las Mujeres, que había sido ratificada por el Parlamento turco en 2012. Asimismo, Erdogan ha proseguido su ofensiva contra la oposición y su plan de ilegalizar al HDP. La crisis económica y la gestión de la pandemia han debilitado el respaldo al Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan, cuya expectativa de voto ha caído a 32,5 %, mientras que la del HDP ha subido hasta el 28 %.

Mientras Erdogan refuerza la represión, la UE ofreció el 6 de abril en una cumbre en Ankara renovar el pacto migratorio con fondos adicionales, más facilidades para la exportación y avanzar en la supresión de visados. El Parlamento Europeo ha exigido «explicaciones detalladas» sobre qué ofreció a Erdogan el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y bajo qué contrapartidas. La humillación de privar a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de sillón en la cumbre, relegándola a un segundo plano, por la negligencia del servicio de protocolo europeo y con la complicidad de Michel, supone una nueva derrota en la imagen política de la UE y otra escenificación de la división de sus representantes.

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