Pese a la “espiral negativa” en la que están inmersas las relaciones entre la Unión Europea y Rusia, debido a las medidas agresivas de Moscú, Francia y Alemania consideran que ha llegado la hora de relanzar el diálogo con Vladímir Putin a través de una cumbre multilateral, que de celebrarse sería la primera desde enero de 2014. Una idea que ha recibido apoyos entre algunos dirigentes europeos pero también un “no” rotundo de otras delegaciones que ven problemática esta opción mientras el Kremlin mantenga su política agresiva hacia sus vecinos.

“Es necesario que busquemos un contacto directo. No es suficiente con que el presidente de Estados UnidosJoe Biden, hable con el presidente ruso. La UE también debe crear formatos de diálogo. No hay otra forma de resolver conflictos”, ha defendido la cancillería alemana, Angela Merkel, durante su tradicional intervención pre cumbre ante el Bundestag alemán. El mismo mensaje que ha trasladado a su llegada su homólogo francés, Emmanuel Macron. “Asumimos que este diálogo es necesario para la estabilidad del continente europeo pero exigente porque no cedemos nuestros valores o intereses”, ha dicho. 

Al igual que Berlín, París considera necesario pasar página y dejar “una lógica reactiva respecto a Rusia” para abrir nuevas vías con las que “arreglar nuestras diferencias”. Una postura que apoya por ejemplo Austria. “Estoy contento de ver finalmente movimientos hacia un diálogo con Rusia. Estamos geográficamente más cerca que EEUU. No podemos asistir y ver el diálogo entre EEUU y Rusia mientras que cuestiones como Ucrania nos afectan más que a EEUU”, ha recordado el canciller austríaco, Sebastian Kurz.

Resistencias en el este

No todos los jefes de estado y de gobierno comparten la idea de celebrar una cumbre con Putin. El primer ministro holandés, Mark Rutte, cuyo gobierno denunció el año pasado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos a Rusia por el derribo del avión MH17 en el que murieron 298 personas, ha dejado claro que él no participaría en el encuentro al más alto nivel político entre los Veintisiete y su homólogo ruso aunque tampoco le importaría que la cumbre fuera con los dos presidentes de las instituciones europeas, Charles Michel y Ursula von der Leyen. En todo caso, las resistencias son evidentes entre los países de Europa del este y las repúblicas bálticas.

Lanzar cualquier diálogo directo al más alto nivel político es solo posible en una situación en la que haya una rebaja y una retirada de la actual política agresiva”, ha zanjado el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, que ha avisado de que “es difícil” abrir un diálogo con ataques híbridos los países vecinos, incluida Polonia. “Tenemos que ser muy cautelosos sobre las intenciones del régimen de Putin. No vemos que haya habido un cambio radical en el patrón de comportamiento de Rusia”, valora el presidente lituano, Gitanas Nauseda, que consideran que sin cambios positivos de la parte de Moscú enviaría “una mala señal” a los países del partenariado este como Ucrania. “Me parece que lo que estamos intentando es implicar a un oso para que deje en paz un tarro de miel”, ha añadido.

Al igual que Lituania, también Letonia y Estonia son partidarios de avanzar con extremada cautela y de abrir un diálogo solo si Moscú da pasos hacia el cumplimiento de los acuerdos de Minsk. “Personalmente no creo que sea el momento de mantener una cumbre a nivel de líderes europeos. Las condiciones de 2014 no se han cumplido y tenemos que entender cuál es la situación y qué queremos de esa cumbre. Recordamos la visita Borrell, no fue positiva para la UE”, ha recordado la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. 

La discusión sobre Rusia y el camino a seguir para relanzar las relaciones se basará en el informe elaborado por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en el que alerta sobre la espiral negativa de las relaciones debido a las medidas agresivas de Rusia.