Jair Bolsonaro no puede olvidarse del estilo retórico de Donald Trump. Como el expresidente norteamericano, de quien se consideraba su émulo sudamericano, amenazó con suspender las elecciones presidenciales de octubre de 2022 en las que, según todas las encuestas, sería derrotado por Luiz Inacio Lula da Silva en primera vuelta. "O tenemos elecciones limpias en Brasil o no tenemos elecciones", dijo a sus simpatizantes, frente a la sede del Ejecutivo, el Palacio de la Alvorada, en Brasilia.

Los enojos recurrentes del capitán retirado no son ajenos a la caída de su imagen. Una encuesta de Datafolha, conocida este jueves, asegura que un 51% de los brasileños consideran "malo" o "terrible" al Gobierno de ultraderecha que encabeza. Solo un 24% de las personas lo apoya todavía y otro 24% considera regular su gestión. En 2019, apenas asumido el cargo, un 35% de las personas consultadas creía que el presidente era "falso". Ahora un 55% de los ciudadanos tienen esa opinión. El calificativo de "incompetente" fue compartido por el 58% de los consultados, mientras que un 62% estimó que Bolsonaro no está preparado para gobernar. Solo un 38% tenían esa impresión al comenzar una pandemia que ha matado a más de 530.000 ciudadanosLa responsabilidad de las autoridades políticas durante la crisis sanitaria es objeto de investigación por parte de una comisión investigadora del Senado (CPI).

"Las cifras de popularidad de Bolsonaro sugieren que las sospechas en la compra irregular de vacunas podrían ser un golpe decisivo a su imagen. La nueva encuesta muestra que la erosión del Gobierno alcanzó a segmentos de la población que hasta ahora no la asociaban con la corrupción!", señaló Bruno Boghosisan, columnista del diario paulista Folha.

Contra el voto electrónico

En ese contexto, Bolsonaro volvió a cuestionar la legitimidad de las elecciones del año venidero. Su principal argumento gira alrededor de la seguridad de las máquinas de votación electrónica. Se trata de un sistema utilizado desde 1996. No solo es considerado eficiente y confiable por autoridades y expertos del país, y todas las misiones de observación en las contiendas: el propio capitán retirado llegó al Congreso en diferentes oportunidades sobre la base de la ingeniería electoral vigente. En la actualidad, Bolsonaro defiende la adopción de la papeleta porque dice que es verdaderamente auditable. La ultraderecha trata de imponer una ley en ese sentido en el Parlamento pero es rechazada por sectores que hasta forman parte del bolsonarismo moderado.

La experiencia histórica no le basta a Bolsonaro y quiere transitar el mismo sendero de Trump antes de los comicios en los que fue derrotado por Joe Biden. "Se van a meter en problemas durante el año que viene", le dijo a los defensores del voto electrónico. "Es posible que algún lado no acepte el resultado. No aceptaré el resultado".

Para justificar el voto impreso, Bolsonaro lanzó una fake news y dijo que presentaría pruebas de que Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), no venció al centroderechista Aécio Neves en las presidenciales de 2014, por más de 3,5 millones de votos, como determinó el escrutinio. "No soy un técnico, pero lo que vi está probado, en mi opinión, que fue un fraude".

No es la primera vez que el presidente pone en duda la realización de una contienda que, de acuerdo con los últimos sondeos, se aleja por ahora de sus sueños de ser reelecto. De hecho, pocos días después del intento de invasión del Capitolio por extremistas de derecha que rechazaban el triunfo de Biden, Bolsonaro advirtió de que si no se reestablecían las papeletas, los incidentes en Brasil sería "peores" a los que estremecieron a Estados Unidos y al mundo.

Contra la CPI

Las elecciones están lejos en el horizonte. El principal dolor de cabeza de Bolsonaro en estos momentos es, para los analistas, el trabajo de la comisión investigadora del Senado. El capitán retirado anunció que no le hará caso a la carta presentada por la Corte Penal Internacional (CPI), relacionada con las denuncias de petición de sobornos para adquirir la versión india de la vacuna AstraZeneca, formulada ante los senadores por el diputado conservador Luis Miranda (DEM-DF). "¿Saben cuál es mi respuesta, chicos? Caca. Me cago en la CPI. No responderé nada". A su vez, calificó a los integrantes de la comisión investigadora de "aliados de Lula".