Al amparo de los miles de ultraderechistas que lo arroparon en la plaza de los Tres Poderes, Jair Bolsonaro lanzó este martes en Brasilia una inequívoca amenaza política al Congreso y el Tribunal Supremo Federal (STF). "Esta foto es de ustedes, es una declaración, un ultimátum". El capitán retirado eligió el 7 de setiembre, el Día de la Independencia, para hacer una demostración de fuerza en momentos que se agudiza la caída de su popularidad y se alejan las posibilidades de permanecer en el poder más allá de 2022. Para Bolsonaro, sus sueños de perpetuidad encuentran dos obstáculos cada vez más insalvables. Por un lado, el Parlamento, donde se dilucida su responsabilidad en la lucha contra la pandemia que mató a más de 540.000 personas y se ha frenado el intento del Gobierno de reemplazar la urna electrónica por la papeleta bajo la advertencia de que pueden suspenderse los comicios del año próximo. Por el otro, el STF, que investiga al presidente por divulgar noticias falsas sobre las garantías del sistema electoral. "O el titular de este Poder adecúa o ese Poder puede sufrir lo que no queremos", dijo Bolsonaro, en alusión al titular del Supremo, el ministro Luiz Fux. "No queremos rupturas, no queremos pelearnos con ningún Poder, pero no podemos permitir que una persona robe nuestra democracia".

Después de escuchar a Bolsonaro, el ministro del STF Alexandre de Moraes, subrayó que en el Día de la Independencia se fortalece con el "respeto absoluto a la democracia". El presidente del Tribunal Superior Electoral, Luís Roberto Barroso, otro de los blancos de la ira de Bolsonaro, aseguró que no existe la posibilidad de "retorno al pasado" dictatorial. Lo mismo hizo el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco. Una encuesta de la consultora Datafolha da cuenta de que el 75% de los brasileños considera que el régimen democrático es el más adecuado, mientras que el 10% sostiene que la dictadura es aceptable en algunas ocasiones. "Está claro para todos que el alboroto causado por Bolsonaro deriva de su incapacidad para gobernar y de la perspectiva de ser enviado a casa por los brasileños en unas elecciones libres y justas, como lo han sido todas las celebradas en el país", dijo el diario paulista Folha en su editorial de este martes.

Contexto adverso

La caída en desgracia de Bolsonaro tiene otras razones: la economía brasileña da señales poco auspiciosas, agravadas por la crisis energética. Sectores empresariales que respaldaron la llegada de la ultraderecha al Gobierno han comenzado a tomar distancia. Pero el mandatario está convencido de que revertirá el horizonte de desventura. "A partir de hoy comienza a escribirse una nueva historia. Le pido a Dios más que sabiduría, fuerza y valor para decidir bien". El bolsonarismo se ha movilizado también en Río de Janeiro. Se espera en San Pablo otra manifestación, con la presencia del capitán retirado. La oposición también ha resuelto hacer acto de presencia en la megalópolis para repudiar las amenazas golpistas.

De acuerdo con Miriam Leitão, columnista del diario carioca O Globo, sectores del centro político, entre ellos el exalcalde de San Pablo, Gilberto Kassab, ya no descartan respaldar un impeachment contra Bolsonaro. "¿Qué lleva al líder de un partido centrista a lanzar semejante declaración en un momento en el que el presidente llena las calles de seguidores? Es que en el acto que Bolsonaro ha convocado parecerá fuerte, pero en realidad está más aislado".

El factor Lula

La ofensiva del jefe de Estado tiene otra explicación en la figura de Luiz Inacio Lula da Silva. El hombre que gobernó Brasil entre 2003 y 2010 aparece en los sondeos como claro ganador de las elecciones del año venidero. Lula no perdió la oportunidad de tomar la palabra este martes. "En lugar de sumar, estimula la división, el odio y la violencia", dijo a través de un video.

"Hoy estoy aquí para decir que, a pesar de todo, Brasil tiene un camino…debemos seguir luchando para superar este momento Créanme: Brasil tiene un camino", aseguró.