Como si se tratara de una realidad paralela, mientras Chile asiste a la elaboración de una Carta Magna de corte progresista e inclusiva, el norte de ese país es escenario de brotes xenófobos contra venezolanos. Unas 5.000 personas participaron de una protesta contra inmigrantes en la norteña ciudad de Iquique. Del grito de rechazo se pasó al linchamiento y la quema de las carpas y pertenencias de esas personas, casi todas provenientes de Venezuela. La fiscalía ha tomado cartas en un asunto que escandaliza.

Ubicada a 1.500 kilómetros de Santiago, Iquique reúne en este momento a unos 3.000 extranjeros que durante las últimas semanas cruzaron la frontera desde Bolivia a través de la comuna de Colchane. El flujo de entradas ilegales se ha incrementado un 20% respecto de 2020. Desde que estalló la crisis migratoria en Venezuela han llegado a Chile 455.000 venezolanos. La cantidad de haitianos es de 180.000. La pandemia detuvo la capacidad de la economía y el Estado chilenos de absorber a los inmigrantes. Una parte de ellos no ha podido abandonar los albergues o ha improvisado campamentos.

"El discurso xenófobo, asimilando migración a delincuencia, que por desgracia se ha vuelto cada vez más frecuente en Chile, alimenta esta clase de barbarismo", dijo el relator especial sobre los derechos humanos de los migrantes de la ONU, Felipe González. El subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, prometió no dejar "impunes" los hechos de violencia. El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, anunció que se reforzará el control fronterizo "para poder detener el paso de los que quieren ingresar a Chile de manera clandestina". Delgado negó que se trataran de refugiados políticos.

Las recientes escenas han provocado el espanto en Santiago. Un grupo de iglesias y organizaciones cristianas calificó de "medida inhumana y antibíblica" la posibilidad de resolver los problemas que tienen lugar en la frontera norte a través de una ola de expulsiones. "No podemos callar ante los graves hechos que han tomado lugar tanto en la ciudad de Iquique, como en la frontera de México y Estados Unidos". Reconocen que la llegada de cientos y miles de migrantes a nuestro país "es un proceso desafiante y difícil de abordar", pero, añaden, es imperioso "garantizar la dignidad humana de todas las personas involucradas".

Según Caterine Galaz, investigadora de la Universidad de Chile, "si se siembra xenofobia, se cosecha xenofobia". La "explosión racista y xenófoba" no ha nacido de la nada, "sino que fue pavimentada durante años por una política gubernamental excluyente, discriminatoria y selectiva". El constituyente Benido Baranda consideró, por su parte, que tras los muros de La Moneda, el palacio presidencial, "la distancia con la realidad es cada vez mayor". El presidente Sebastián Piñera, añadió, no ha estado a la altura de las circunstancias. "Las imágenes que nos han llegado en estas semanas ponen en escena de la profunda contradicción que habita este Gobierno en torno a la migración, y demuestran la incapacidad de enfrentarla como lo que es: una crisis humanitaria".