Es la formación con un mayor poder político local y regional en Francia, pero puede quedar condenada al ostracismo en la carrera hacia el Elíseo de 2022. Los Republicanos (LR, derecha) esperarán hasta el 4 de diciembre para elegir a su presidenciable en un congreso del partido. Este concilio nacional de la derecha republicana —la familia heredera del gaullismo, aunque queda poca cosa del legado del General— ha sido un parto difícil para los dirigentes de LR, que en los últimos meses y años dudaron sobre el mejor método para designar a su candidato en las presidenciales de abril del año que viene.

Finalmente, deberán conformarse con la imagen de aparente unidad con la que llegan a este congreso. Durante los últimos meses, planeó sobre los socios del PP en Francia el riesgo de que se produjera un cisma. El presidente de la región Hauts-de-France (norte), el sarkozista Xavier Bertrand, 56 años, amenazó durante meses con presentarse en la carrera hacia el Elíseo en solitario, a través de una plataforma personal. Quería contar con el apoyo implícito del aparato de LR, pero al mismo tiempo desmarcarse de las siglas de un partido lastrado por los múltiples casos de corrupción del expresidente Nicolas Sarkozy. Pese a su contundente victoria en junio en las regionales con el 53% de los votos, las perspectivas del poco carismático Bertrand no despegaron. El 11 de octubre, aceptó a regañadientes participar en el congreso de diciembre y someterse al voto de los militantes. Sus principales rivales serán la presidenta de la región de Île-de-France (la de París), Valérie Pécresse, 54 años, y Michel Barnier, 70 años, hasta hace poco el negociador de la Unión Europea por el Brexit. Votación interna muy incierta

De los aspirantes de LR, según los últimos sondeos, el mejor posicionado para 2022 es Bertrand, al que otorgan el 15% de los votos, mientras que Pécresse y Barnier se conformarían con el 10%. En los tres casos quedarían cuartos, aunque no demasiado lejos de la segunda plaza para confrontarse al presidente Emmanuel Macron en la segunda vuelta, que se disputan actualmente los ultraderechistas Marine Le Pen y Éric Zemmour. Faltan seis meses para las presidenciales y se deben coger con pinzas estos estudios de opinión. No está nada claro que los militantes de LR los tengan en cuenta para el congreso. De hecho, las primarias u otro tipo de votaciones internas tienen fama en Francia de ser una lotería, en que los simpatizantes no eligen al mejor candidato, sino a su preferido por sus afinidades personales o ideológicas.

En medio de este incierto panorama, gana fuerza la candidatura de Barnier. Lejos de su imagen de tecnócrata europeo involucrado en las complejas negociaciones por el Brexit, este exministro intenta seducir a los militantes de LR radicalizando sus postulados. Por ejemplo, defendió que Francia debería recuperar su soberanía ante la justicia europea para hacer frente a la inmigración, una posición más bien propia de la derecha polaca que de un excomisario europeo. “Siempre he sido fiel a mi familia política que nunca he abandonado”, suele repetir Barnier, que a diferencia de Bertrand o Pécresse no anunció en los últimos años que rompería con este histórico partido, venido a menos en el plano nacional, pero que controla la mayoría de Ayuntamientos y regiones.

Hace cinco años, las primarias de LR resultaron claves en el desenlace de las últimas presidenciales. Entonces, sus simpatizantes escogieron al thatcherista y corrupto François Fillon, cuyo fracaso en la campaña catapultó a Macron. Ahora sus dirigentes esperan que esta votación interna vuelva a ser decisiva, pero en un sentido inverso.