El primer ministro británico, Boris Johnson, ha protagonizado un nuevo escándalo en las últimas horas. Su intento, el miércoles, de rescatar a un diputado del Partido Conservador condenado por prácticas corruptas cambiando las normas del sistema de disciplina parlamentario terminó de manera caótica 24 horas después. Johnson dio marcha atrás este jueves después de haber forzado a sus diputados a votar la víspera una enmienda para detener la sanción impuesta por el Comité de Ética a Owen Paterson y, de paso, revisar el funcionamiento de ese organismo. La maniobra provocó una ola de indignación, con gritos de "¡vergüenza!" en la Cámara de los Comunes, la rebelión de un grupo de los propios diputados conservadores y una avalancha de críticas, incluidas las de la prensa más afín. El blanqueo de uno de los suyos desacreditaba a toda la clase política y al propio sistema democrático. Bajo la enorme presión de la opinión pública, Johnson retiró el proyecto. Paterson de 65 años, que en su día había ocupado cargos ministeriales, presentó la dimisión, porque dijo querer tener una vida "fuera del mundo cruel de la política".

Una investigación del comité que vela por la integridad del comportamiento de los parlamentarios había concluido que Owen, aprovechando su posición privilegiada, se había beneficiado de dos compañías a las que había asesorado y en favor de las cuales había mediado en un "caso indignante de cobro para la defensa de intereses privados". A cambio de esas gestiones, venía cobrando el equivalente a 120.000 euros anuales. "Ha traído el desprestigio a este Parlamento", señalaba el informe. Las empresas beneficiarias eran dos laboratorios, Lynn’s Country Food y Randox. Este último es uno de los que se están haciendo de oro con los test obligatorios de los viajeros que llegan al Reino Unido, a pesar de estar vacunados con la pauta completa.

La sanción impuesta a Owen era la suspensión de un mes y abría la puerta a ser repudiado en su circunscripción de North Shropshire (en el centro de Inglaterra) por los militantes locales. Para que así fuera bastaba con que el 10% de los miembros registrados firmaran una petición para que fuera sustituido por otro candidato e iniciar el proceso electoral.

Perversión de la justicia

Los diputados escandalizados temían las consecuencias de los intentos del Gobierno de reescribir las normas para salvar a uno de los suyos. "No olvidemos que estamos al servicio de los ciudadanos", señaló Tobis Ellwood, uno de los 'tories' que no respaldó la enmienda del Gobierno. "El modo en que hemos cerrado este asunto transmite la sensación de que solo nos preocupamos de proteger a los nuestros". Eso mismo pensaba el laborista Chris Bryant, presidente de la Comisión de Ética. "Es una perversión de la justicia".

Paterson había defendido su inocencia llegando incluso a afirmar que las diligencias contra él contribuyeron al suicido de su mujer, Rose, de 63 años, el verano pasado. "Perdí a mi adorada esposa, con la que llevaba casado 40 años, y esta investigación fue un factor fundamental en ese desenlace".

La mayoría de los diputados reconocían las dolorosas circunstancias personales de la familia Owen, pero consideraban fundamental separar esos elementos de los hechos corruptos investigados, así como separar su caso individual de una revisión independiente del sistema para juzgar las posibles infracciones. Esa revisión precisa de la participación de todos los partidos y la oposición laborista ya había anunciado que no participaría tras la votación de Johnson.