Los ciudadanos de Estados Unidos llevan dos semanas siguiendo con atención y detalle a través de televisiones, radios, diarios y redes sociales dos juicios que ponen al país de nuevo frente a un complejo juego de espejos. En los dos procesos penales en Wisconsin y Georgia se mezclan algunos de los asuntos más explosivos que está viviendo EEUU actualmente. Hay cuestiones de raza y racismo, ahora profundamente ideologizadas. Hay también elementos del auge del “vigilantismo”, un movimiento de fuertes tintes raciales, y en una nación donde han resurgido con fuerza las protestas y revueltas y se ha disparado el extremismo. Y todo en un país que vive inundado de armas en manos de civiles y que enfrenta un irresuelto e intensificado debate legal y ético sobre el creciente uso de argumentos de defensa propia.

En el caso cuya resolución se espera primero, pues ya este lunes las partes han presentado sus argumentos finales permitiendo el inicio de las deliberaciones del jurado, se sienta en el banquillo Kyle Rittenhouse. Él es un adolescente que ahora tiene 18 años y que el 25 de agosto de 2020, cuando el país llevaba ya casi tres meses incendiado por la muerte a manos de la policía en Mineápolis de George Floyd, acudió con un rifle semiautomático a las protestas que se vivieron en la localidad de Kenosha después de que la policía disparara siete tiros por la espalda a un hombre negro, Jacob Blake. Blake quedó paralizado de cintura para abajo y el agente se libró de cargos y vuelve a estar de servicio.

Racismo y armas

Rittenhouse mató a dos de los manifestantes, blancos y desarmados, e hirió a un tercero (que sí tenía un arma). Tras la retirada en el último momento del cargo más leve de posesión ilícita de un arma (que le compró un amigo para esquivar la barrera de su minoría de edad), enfrenta cinco cargos, el más grave de los cuales conlleva una pena de cadena perpetua. Pero tiene opciones de ser exonerado si el jurado cree los argumentos de que actuó en defensa propia. La tensión sobre cualquier decisión es obvia y el gobernador tiene preparados a 500 miembros de la Guardia Nacional para ser desplegados en Kenosha si lo solicitan como apoyo las fuerzas del orden.

El otro juicio se desarrolla en Brunswick, tiene tres imputados también blancos y aborda un caso sucedido antes del asesinato de Floyd, concretamente el 23 de febrero del 2020. Aquel día Travis McMichael, su padre Greg McMichael y su vecino Wlliam ‘Roddie’ Bryan, alegando que pretendían hacer un “arresto ciudadano”, persiguieron y tras un forcejeo acabaron a plena luz del día con la vida de Ahmaud Arbery, un joven negro de 25 años que corría desarmado por un barrio residencial predominantemente blanco.

El caso no alcanzó notoriedad nacional hasta que se hizo público en mayo el vídeo de lo que el presidente Joe Biden, cuando era candidato, llegó a definir como “un linchamiento”. Hicieron falta 74 días para que se produjeran arrestos. Y el juicio ahora en marcha ha disparado de nuevo las tensiones. Estas surgieron por la selección de solo una persona negra para el jurado de 12 miembros, cuando los negros representan el 27% de la población del condado, y se han vuelto a intensificar en los últimos días por las reclamaciones infructuosas de uno de los abogados de la defensa de que no se permitiera a religiosos negros como los reverendos Al Shaprton y Jesse Jackson sentarse con la familia y entre la audiencia alegando que su presencia era “intimidatoria”.