Marruecos no pierde el tiempo desde que Donald Trump dio el espaldarazo definitivo a sus pretensiones de anexionar el Sáhara Occidental. Presiona a España para que haga un gesto de respaldo y mientras mantiene en barbecho la relación diplomática. Y no deja pasar ni una ocasión para buscar nuevos aliados.

La última, la 143 Asamblea de la Unión Interparlamentaria en Madrid que, con las Cortes Generales como anfitriona, se ha reunido del 26 al 30 de noviembre en el Palacio de Congresos. La primera jornada contó con la asistencia del Rey, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, el del Senado, Ander Gil, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Marruecos envió una delegación, encabezada por los presidentes de la Cámara de Representantes (Baja), Rachid Talbi Alami, y de la Cámara de Consejeros (Alta), Naama Mayara, que han aprovechado este foro multilateral para sumar apoyos a su plan autonomista del Sáhara. Antes de su viaje una nota del Parlamento marroquí ya anunciaba que celebrarían encuentros bilaterales "para defender los intereses supremos del reino", en referencia a la "causa nacional" de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.

En el marco de la Unión Interparlamentaria, que agrupa a 179 parlamentos nacionales, Marruecos ha tenido reuniones con países árabes y africanos, preparatorias de este foro, y otras al margen de él, en las que ha cosechado un pequeño éxito. Talbi Alami y Mayara se entrevistaron con Jorge Pizarro Estéban, presidente del Parlamento Latinoamericano y del Caribe (Parlatino), que aglutina a 23 Cámaras nacionales. No es un organismo muy potente pero Rabat ha logrado de ellos unas manifestaciones de respaldo.

Compartimos la posición de Marruecos sobre la cuestión del Sahara marroquí. Nuestra postura se ha expresado a nivel de los parlamentos nacionales y a nivel regional ”, afirmó Pizarro, según la nota emitida por el reino aluí. "La posición de los países latinoamericanos frente al Sahara marroquí ha cambiado radicalmente en los últimos años a favor del Reino". "Los países de América Latina son cada vez más conscientes de la realidad y los hechos históricos vinculados a esta cuestión", añadió, sin ofrecer datos concretos.

Estas declaraciones han servido a Rabat para, en una comunicación posterior del Gobierno con el balance de la presencia de los presidentes de sus Parlamentos en Madrid, destacar "las sucesivas victorias diplomáticas obtenidas por Marruecos en la defensa de su primera causa nacional, afirmando que el fuerte y firme apoyo de la comunidad internacional al plan de autonomía presentado por Marruecos para cerrar definitivamente este diferendo artificial, confirma la pertinencia de la posición del Reino".

En resumen que, aunque sea través de un órgano de escasa influencia como Parlatino, de carácter legislativo y no ejecutivo, que no puede condicionar la política de sus Gobiernos, Rabat presiona a España para un cambio de posición. Ya lo hace de manera explícita -Mohamed VI en un reciente discurso por el 46º Aniversario de la Marcha Verde aseguró que "estamos en nuestro derecho de esperar de nuestros socios posturas más atrevidas y claras", en referencia velada a España- y ahora a través de los países latinoamericanos.

La posición de España sobre el Sáhara Occidental es muy complicada. Hasta 1975 fue su provincia número 53 y mantiene aún una deuda sentimental con quienes en su momento fueron españoles. Pero 46 años después el futuro de este territorio continúa sin resolverse. Se ha ido desdibujando el prometido referéndum de independencia y la posición del Gobierno pasa por una salida negociada auspiciada por la ONU.

En el Ejecutivo ven imposible salirse de ese marco. Pero hacerlo es exactamente lo que reclama Marruecos. La ex ministra de Exteriores, Arancha González Laya, empezó a ser denostada por Rabat mucho antes de que decidiera acoger en España al líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Su relación con Rabat se torció en el instante que no hizo ni un solo gesto al giro de Trump y su reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara. En ese momento comenzó realmente la crisis diplomática y un año después aún no se ha solucionado.