La primera reacción fue dar "gloria a Dios" por su victoria. "Es un paso para un hombre, pero en la historia de los evangélicos en Brasil es un salto". Con esa alabanza, inspirada en lo que dijo el astronauta Neil Armstrong al momento de pisar la Luna, saludó André Mendonça la decisión del Senado de facilitarle un lugar en el Supremo Tribunal Federal (STF). Mendonça ocupaba hasta ahora el puesto de ministro de Justicia de Jair Bolsonaro, pero el Gobierno de ultraderecha decidió acelerar su entrada al STF como moneda de cambio a las iglesias pentecostales de cara a las elecciones generales de 2022. Bolsonaro teme que un sector de los evangélicos le dé la espalda.

La llegada de Mendonça a la principal instancia judicial pone en entredicho una regla de hierro de un Estado laico como el de Brasil. Si bien sus otros 10 integrantes son creyentes, nunca antes había sido designado un ministro que se considera sin pudores "terriblemente evangélico". El también pastor ha colocado la cuestión religiosa fuera del ámbito privado y confesional para llevarla nada menos que al seno de un organismo que tiene un rol importante en la vida política e institucional de ese país.

El presidente de la Comisión de Constitución y Justicia, Davi Alcolumbre, enfrentado con Bolsonaro, intentó evitar su nombramiento. Pero el capitán retirado ha pagado también suculentos favores a varios legisladores que despejaron el camino. Mendonça, quien sustituirá a Marco Aurélio Mello, jubilado desde julio pasado, se comprometió ante los senadores a "defender" la laicidad del Estado. "Como me digo a mí mismo, en la vida, la Biblia; en el Supremo, la Constitución", dijo. También se comprometió a "garantizar la libertad religiosa de todos los ciudadanos, incluidos los que optan por no tener religión".

Contra el aborto y el colectivo LGTBI

Sin embargo, numerosos diputados opositores hablaron del "daño” que provocará su presencia en el STF. El futuro ministro es conocido por sus opiniones contrarias a los derechos reproductivos de las mujeres y del colectivo LGTBI. Los impugnadores de su nombramiento no dejaron de recordar cómo ha justificado la utilización de la Ley de Seguridad Nacional, heredada de la dictadura militar (1964-85), para investigar a los críticos de Bolsonaro.

La victoria electoral del capitán retirado en 2018 no habría sido posible sin el respaldo casi unánime del movimiento evangélico. Su popularidad es actualmente del 20%. El horizonte de la reelección se ve poblado de complicaciones. El país ha entrado en recesión. En este contexto, Bolsonaro espera renovar su alianza con las iglesias cuyo poder en el Congreso es evidente: la bancada evangélica cuenta con 127 de los casi 600 congresistas, quienes han movido cielo y tierra en favor de Mendonça. Ese crecimiento replica lo que sucede en la sociedad: hace 40 años, solo 6,6% de los cristianos se declaraba evangélico. Antes que termine la década, serán casi el 30%.