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Los conflictos del siglo XXI

Amenazas híbridas: cuatro ejemplos de las nuevas guerras

Rusia y China han recurrido a distintas armas en su intento de desestabilizar a Occidente

Los ’chalecos amarillos’, en los Campos Eliseos.

Al ser un fenómeno relativamente nuevo, los expertos en este ámbito carecen de una información completa sobre las amenazas híbridas que afrontan en estos momentos Europa o EEUU. "No lo sabemos todo", reconoce Nicolás de Pedro, investigador vinculado al británico Institute for Statecraft. Pero sí han detectado en los últimos años numerosos de casos influencia maligna en elecciones, protestas, campañas y hasta liderazgos empresariales. A continuación se ofrecen cuatro ejemplos clásicos y consensuados entre los expertos.

Los chalecos amarillos

Nade pone en duda que las protestas que sacudieron a Francia en otoño de 2018 constituyeron un movimiento orgánico nacido del genuino descontento de una parte de la población local con el Gobierno de Emmanuel Macron. Sin embargo, si está demostrado que los medios de comunicación rusos aprovecharon la ocasión para "amplificar la protesta" con el objetivo de desestabilizar a Francia, uno de los estados más relevantes de la Unión Europea, sostiene De Pedro. Y lo que es más grave: se sabe que entre los manifestantes "había veteranos de la guerra en el este de Ucrania que habían combatido en el bando de las milicias prorrusas y que estaban siendo coordinados por los servicios de inteligencia rusos, convirtiéndose en un problema mucho más relevante para las autoridades", recuerda. Según este experto, se trata de un caso clásico de "instrumentalización de un suceso o protesta doméstica contra un adversario geopolítico".

Un excanciller alemán a sueldo del Estado ruso

El ejemplo más fehaciente de cómo un Estado llega a cooptar a políticos y empresarios influyentes de un rival geopolítico se personifica en Gerhard Schroder, amigo personal de Vladímir Putin y presidente de la junta de accionistas de Nord Stream 2, el gasoducto que ya une Rusia con Alemania sin pasar por Ucrania. "Aquí tenemos a todo un líder político, un excanciller a sueldo de Gazprom y que actúa incluso en contra de las recomendaciones de la Unión de la Energía de la UE, que demanda diversificar las fuentes de energía" de los Veintisiete, destaca De Pedro. El tema va mucho más allá de lo que en España se denomina como "puertas giratorias", políticos que se pasan al mundo empresarial entre las sospechas ciudadanas. "Gazprom no es Telefónica; es un instrumento de influencia geopolítica del Kremlin"; Además, no existe reciprocidad, porque "nadie en la UE puede contratar a un político relevante en Moscú", puntualiza el académico.

China y las mascarillas

China, superpotencia emergente, parece aprender con rapidez los fundamentos de las denominada "actividad híbrida", y ha aprovechado la oportunidad que le brindaba el covid 19 para denigrar a sus competidores, en lo que se llamó la 'diplomacia de las mascarillas'. En los inicios de la pandemia, cuando ésta era un problema circunscrito a China, el gigante asiático "logró la solidaridad europea" e hizo acopio de forma discreta del "stock de mascarillas" en el continente, una buena parte de las cuales "eran donaciones", relata De Pedro. Cuando el virus llegó a Europa y la enfermedad empezó a hacer estragos en el continente, Pekín no solo no devolvió el favor, sino que vendió la mayoría de sus mascarillas a los necesitados estados europeos, aprovechando la ocasión para criticar, a través de los medios de comunicación, la gestión de la pandemia por la UE. "Aquí se demuestra cómo Pekín es capaz de utilizar la información de una forma estratégica", subraya el experto.

Las presidenciales francesas de 2017

Todo parece indicar que, tras el éxito cosechado por la desinformación rusa durante las presidenciales estadounidenses en 2016, el Kremlin intentó una operación parecida un año y medio después durante las presidenciales francesas que enfrentaron al actual presidente Emmanuel Macron con la líder ultraderechista Marine Le Pen, de declaradas simpatías hacia Moscú. En las semanas previas a los comicios, comenzaron a aparecer en las redes sociales informaciones sobre su supuesta homosexualidad, la existencia de una cuenta bancaria oculta o su deseo de integrar a Turquía en la UE. "La campaña fracasó por la entente de los medios de comunicación franceses, que se negaron a publicar y a hacer de altavoz de semejantes ataques", recuerda el analista De Pedro. "Estaba claro que, de lo que se trataba era de favorecer a la favorita del Kremlin", valora el analista, un personaje que en el esprint final de la elección llegó a viajar a Moscú y a entrevistarse con Putin.

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