Cambiar el foco de las cámaras de un rodaje por el de la política no es una historia nueva. Ronald Reagan (Estados Unidos) o Joseph Estrada (Filipinas) llegaron al poder tras participar en decenas de películas de ‘serie b’. Lograrlo impulsado por el papel de máximo mandatario de tu país en una serie de televisión sí es un caso particular. Porque ese fue el camino que llevó a Volodímir Zelenski -Krivói Rog (centro), 1978-, licenciado en Derecho pero sin trayectoria en los juzgados, a alcanzar en 2019 la presidencia de Ucrania con más del 73 % de los apoyos. Un novato político recibía el respaldo más sólido -en época independiente- de la historia del país eslavo. Un hombre de padres judíos y que podía hablar tanto ucraniano como ruso era el elegido para abrir una nueva forma de gobernar el país.

Zelenski ganó las elecciones a la presidencia de Ucrania en 2019 con más del 73 % de los apoyos

Pero su situación dos años y medio después, apelando a las potencias occidentales por una ayuda superior para tratar de contener a una Rusia que invade a marchas forzadas el territorio ucraniano, ha cambiado radicalmente. Su personaje ficticio en ‘Servidor del pueblo’, con el reformismo exitoso como mayor atractivo, no tenía la amenaza de Vladímir Putin a las puertas. Quizás por ello, sus intentos diplomáticos por acabar con el conflicto en el Donbás, la gran promesa electoral de 2019, han acabado fracasando por completo -también los acercamientos por conseguir una implicación mayor de Occidente y unos plazos para su entrada en la OTAN- y el dirigente afronta hoy una situación límite de destino dudoso.

Un camino de vaivenes

El proceso hasta llegar aquí ha estado marcado por algunos vaivenes. En un contexto ligado a la pandemia de la covid-19, ha sido la falta de experiencia política de Zelenski, la misma que en el pasado le había hecho ‘presidenciable’ por aportar savia nueva, la que ha alumbrado su mayor incertidumbre. Fruto de ello este enero, cuando la crisis con Moscú se encontraba ya en plena escalada, un sondeo del Instituto Internacional de Sociología de Kiev ilustraba que solo el 30,2 % le apoyaría en un segundo mandato.

En el trasfondo de la baja popularidad del también cómico -un pasado del que ha presumido y cuya trayectoria dio sus primeros pasos, curiosamente, en la televisión rusa- se encontraban algunas sombras como sus recientemente conocidos vínculos con compañías ‘off-shore’. Desvelados en los papeles de Pandora y justificadas desde su oficina como una forma de protegerse de las fuerzas pro-rusas -aunque fueron creadas en 2012- estas han acabado poniendo en entredicho otro de sus puntales electorales: la lucha contra la corrupción.

Los vínculos con empresas off-shore contrastan con su lucha contra la corrupción y las oligarquías

Asimismo, y pese a algunas luces en forma de reformas en las infraestructuras, la modernización digital o una ley aprobada el pasado septiembre para mermar el poder de las oligarquías en Ucrania, los recientes enfrentamientos de Zelenski contra el que fuera uno de sus pilares para llegar al poder, el ya ex presidente de la Rada (Parlamento ucraniano), Dmytro Razumkov, abrieron otra grieta en una imagen pública que con la llegada de la guerra se ha visto obligada a tratar de coger la máxima fuerza. Porque la dura realidad, como siempre, ha superado a la ficción cinematográfica.