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Vulneración de derechos

Matrimonio infantil en Turquía: "Una pesadilla de principio a fin"

Cerca del 10% de las menores en el país anatolio son casadas a la fuerza a pesar de ser una práctica ilegal

La activista contra el matrimonio infantil en Turquía Dilek Demir, en su oficina en el barrio de Muradiye, en la ciudad de mayoría kurda de Diyarbakir.

Una mañana cualquiera, el señor Demir llamó a su hija Dilek al salón para informarle de que aquella noche tenía que arreglarse porque un hombre vendría en un rato a pedirle la mano. Dilek rechistó, protestó, lloró: se negó. No sirvió para nada. 

"Mi padre me obligó, me pegó con una manguera -recuerda ahora Dilek Demir, 33 años después-. Así que llegó la tarde, y el hombre y su familia. Pidieron mi mano y mi padre aceptó". Dilek tenía 14 años; su nuevo prometido, 27. 

"Mi vida como casada se convirtió en algo horrible. Una pesadilla de principio a fin. Abusos sexuales a una menor como era yo. Comencé a sufrir cada día como una pesadilla", explica Demir, habitante de la ciudad de Diyarbakir, en el sureste de Turquía, y que tuvo con ese hombre tres hijos. El primero de los cuales nació cuando ella tenía 15 años. No estaba preparada, cómo iba a estarlo, y por eso el niño enfermó de meningitis, no supo curarlo y ahora es sordo de ambos oídos. "Que Dios no se lo haga pasar a nadie más", dice.

Sin embargo, muchas otras mujeres sufren lo mismo. Según las estimaciones, en la actualidad, entre el 10% y el 15% de las menores turcas son forzadas a casarse a pesar de que es una práctica ilegal en el país anatolio. Aunque las cifras han disminuido con los años, el número de matrimonios infantiles sigue siendo muy alto en las zonas del este del país.

Percepción del problema

"En esta región todos somos, incluido yo, personas cuyas madres se han casado con 14 años. Si no cambiamos la percepción de que esto es un problema, si seguimos como ahora, no habrá forma de solucionar esta problemática", explica el abogado Emin Gün, especializado en derecho infantil.

Gün trata como abogado de oficio en muchos juicios de matrimonios forzados. La gran mayoría, explica, acaban mal para las jóvenes obligadas a casarse "por culpa de un sistema judicial que mira hacia otro lado y una sociedad que no lo ve este tipo de matrimonios como algo malo". "Ocurre algo curioso. Por lo general, el que insiste en este tipo de matrimonios no es el padre, sino la madre. Seguramente esta madre fue obligada a casarse cuando era una niña y no entiende que esto sea un problema. Porque esta mujer ha vivido tantos traumas, los ha escondido tanto, que no es consciente de lo que le pasó a ella misma”, explica Gün.

"Lo hace para esconderlo, para normalizar que ella también fue forzada a contraer matrimonio siendo una niña. Dice: 'mírame, yo también pasé por esto y estoy bien'. Pero no lo está y no se da cuenta. Se piensa que todo esto es un proceso normal, y que la hija tiene que hacer lo mismo. Una gran parte de la sociedad turca cree que esto es algo normal", añade el abogado.

Una vida de lucha

Así que Demir se hizo una promesa. Consiguió divorciarse de su marido tras 16 años de matrimonio y se prometió que haría todo lo posible para que más niñas no tuviesen que pasar por lo mismo. En 2014 se presentó al cargo de muhtar de su barrio, Muradiye, en Diyarbakir. La figura del muhtar es una especie de jefe de barrio escogido en elecciones. 

"A mis rivales hombres les saqué una diferencia de al menos 1.500 votos. Incluso yo me sorprendí. Fue increíble, más aquí en el sudeste", recuerda Demir, que hizo historia al convertirse en la primera muhtar mujer de toda la región de Diyarbakir.

Pero fue entonces cuando empezó lo más difícil: cambiar el destino de las jóvenes de la ciudad. "El caso más difícil fue el de una niña de 13 años. Por esa niña luchamos mucho. Le dije a su familia: 'Si casáis a esta niña yo enviaré a los servicios sociales y os la van a quitar. Al padre lo van a meter en la cárcel. Y al que se iba a casar con ella, también, acusado de abuso de menores. Es decir, vais a arruinar la vida de tres personas, así que si eso queréis, adelante'. Se enfadaron, me gritaron, no fue fácil. Me insultaron... da igual. El resultado valió la pena", cuenta Demir. Según asegura, ha conseguido salvar a otras 40 niñas de la provincia de ser forzadas a casarse.

Dilek Demir se ha convertido en una estrella en Diyarbakir. Es tan famosa en su ciudad que no puede andar más de cinco metros sin que le paren los vecinos. Esto sirve, dice, para concienciar a la gente, para que sus prácticas estén más normalizadas. Pero la fama tiene un precio: "Muchos me odian por haber hecho eso. Ocurre como cuando le quitas a un lobo el cordero de la boca. De esa forma me odian".

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