Sigue siendo uno de los grandes misterios de la guerra en Ucrania: ¿por qué Rusia no ha tratado de neutralizar la extensa red de ferrocarriles ucranianos? Los mismos que han servido para evacuar a millones de civiles de las zonas más castigadas por el conflicto o para distribuir 80.000 toneladas de ayuda humanitaria, pero también para abastecer al ejército ucraniano o transportar a sus militares hasta las inmediaciones del frente. “No entendemos la lógica de esta guerra. Ni por qué no atacan las líneas férreas ni por qué bombardean guarderías en Mariúpol”, decía a este diario el jefe de la estación de Lviv, Roman Senishyn, a finales de marzo. “Creemos que los trenes son un objetivo estratégico y nos preocupa que tarde o temprano los acaben atacando”.

Ese tarde o temprano ha tenido este lunes un punto de inflexión. Rusia ha bombardeado cinco estaciones de ferrocarril en el centro y el oeste del país en una sucesión de ataques acaecidos en el intervalo de una hora, según han informado las autoridades locales. Si bien no hay demasiados detalles al respecto, la fiscalía ucraniana asegura que cinco personas han muerto y otras 18 han resultado heridas en la región central de Vinnyista. El resto de misiles se han cebado con las regiones de RivneKiev y Lviv.

Todas ellas están actualmente lejos del frente, lo que lleva a pensar que Rusia está tratando de perturbar el envío de suministros al ejército ucraniano en el este y el sur del país, donde se concentra la ofensiva del Kremlin. Hay otra interpretación más subliminal, ya que tanto el secretario de Estado de Estados Unidos, Tony Blinken, como su homólogo de Defensa, Lloyd Austin, utilizaron los trenes ucranianos el domingo para viajar hasta Kiev y reunirse con el presidente Volodímir Zelenski.

Ataque contra una refinería de petróleo

El bombardeo de infraestructuras críticas durante la jornada se completó con los ataques contra una refinería de petróleo en Kremenchuk, en el centro de Ucrania, así como varios depósitos de gasolina en sus inmediaciones, según informó el ministerio de Defensa ruso. Las de este lunes no son las primeras acometidas contra las estaciones de tren del país. La más sangrienta se produjo el pasado 8 de abril en Kramatorsk, una ciudad de la región de Donetsk. Un total de 59 personas, entre ellas siete niños y varias mujeres, murieron en el ataque mientras esperaban en los andenes.

Nada de eso ha impedido hasta ahora que el grueso de las rutas ferroviarias ucranianas, un país con más de 20.000 kilómetros de líneas férreas, sigan operando. Todavía es posible viajar desde Lviv hasta Odesa (suroeste) o Járkov (nordeste), una ciudad, esta última, que no ha dejado de ser bombardeada regularmente desde que comenzara la invasión el pasado 24 de febrero. Y aunque los trenes ya no llegan a las zonas completamente ocupadas por los militares de Putin –como la ciudad de Mariúpol, que quedó aislada tres días después del inicio de la ofensiva con el bombardeo del vecino nudo de Volnovakha— no han dejado de rodar hacia el resto de puntos del país.

Más de 70 trabajadores muertos

“Estas son las arterias de nuestra economía. Nadie puede transportar tantas cosas como nosotros”, decía orgulloso Senishyn, el jefe de la estación de Lviv. Algunos de sus pares han pasado a operar desde búnkeres subterráneos para protegerse de las bombas, como el responsable de la red en Járkov, quien llegó a celebrar desde allí su cumpleaños. A pesar de las precauciones, al menos 71 trabajadores de la compañía estatal, que emplea a más de 230.000 personas, han muerto desde el inicio de la contienda, según datos de principios de abril.

“Ni las estaciones ni las líneas férreas han estado hasta ahora entre los principales objetivos rusos, pero algunas han resultado dañadas por los bombardeos. En la región de Járkov y, en general en todo el nordeste, hay muchas vías destruidas y también algunas estaciones”, añadía Senishyn desde su modesto despacho en Lviv. Lo que sí hicieron los ucranianos al inicio de la contienda fue destruir todas las conexiones ferroviarias con Rusia y Bielorrusia para impedir que fueran utilizadas para abastecer a las tropas invasoras.