El Departamento de Justicia tenía poderosas razones para realizar el registro que el lunes ejecutó con autorización judicial el FBI en la residencia de Donald Trump en Mar-a-Lago. Los agentes se llevaron en esa operación 11 series de documentos clasificados que el exmandatario debería haber dado a los Archivos Nacionales u otras autoridades federales al abandonar la Casa Blanca, incluyendo cuatro que tenían la categoría de “top secret”, tres de “secretos” y otros tres de “confidenciales”.

La explosiva información está contenida en la lista de tres páginas con el inventario de los materiales incautados en esa operación, un listado que incluye otros materiales también obtenidos en el registro como el perdón a Roger Stone y un archivo sobre el presidente francés, Emmanuel Macron. El fiscal general de EEUU, Merrick Garland, anunció el jueves que Justicia había presentado una moción para poder hacer públicos ese y otros documentos, incluyendo la orden de un juez federal que lo autorizó, y el secreto se ha levantado este viernes por la tarde, aunque ya antes diversos medios estadounidenses habían tenido acceso a los documentos.

Violación de la ley de espionaje y obstrucción

No es la única revelación que ratifica los serios problemas, legales y políticos, que enfrenta el expresidente republicano. En uno de los documentos adjuntos de la orden de registro se listan tres estatutos criminales que se citaron para avalar el registro, y esa información confirma por qué está bajo investigación Trump.

Uno de esos estatutos lidia con la ley de Espionaje, que cubre la retención ilegal de información relacionada con la defensa que podría dañar a EEUU o ayudar a un adversario extranjero. El expresidente también está siendo investigado en relación a otro estatuto que aborda la destrucción u ocultación de documentos para obstruir investigaciones del gobierno o procedimientos administrativos, así como por un tercero que cubre llevarse ilegalmente documentos oficiales.

Aunque las revelaciones no confirman el extremo que el jueves había publicado ‘The Washington Post’, que informó de que entre los documentos que Trump se llevó ilícitamente a su residencia en su club privado de Palm Beach potencialmente había material “relacionado con armas nucleares”, representan el golpe más duro de momento para el exmandatario e intensifican el terremoto político en EEUU.

Aunque el Departamento de Justicia se mueve con pies de plomo en un terreno que política y socialmente es un campo de minas, podría decidir encausar a Trump. Y si lo hiciera y el expresidente fuera hallado culpable de las violaciones de los citados estatutos, podría ser condenado con multas o incluso penas de cárcel.

Batalla de mensaje

Trump no ha presentado objeciones a que se levantara el secreto sobre estos documentos e incluso el jueves urgía a que se hicieran públicos, aunque sus abogados tenían copias en su poder desde el lunes y podía haberlo hecho él mismo.

En comunicados y mensajes en su red social, además, ha tildado de “bulo” la información del Post sobre su potencial posesión de documentos sobre armas nucleares y ha tratado de restar trascendencia a las revelaciones asegurando, sin poder demostrarlo, que “todo (el material incautado) estaba desclasificado”.

El republicano ha pasado también las últimas horas alimentando acusaciones infundadas de que los agentes del FBI pudieron colocar pruebas falsas e insistiendo en sus denuncias sin pruebas de que toda la operación, que dice “sin precedentes e innecesaria”, es parte de una “caza de brujas” tras la que dice que que hay “una motivación política”.

“Mis números en las encuestas son más fuertes que nunca, la recaudación de fondos del Partido Republicano está rompiendo todos los récords y se acercan las elecciones legislativas”, decía en uno de sus comunicados de las últimas horas Trump, que no ha anunciado formalmente que se presentará como candidato presidencial en 2024 pero sigue mostrando fuerza y control sobre el Partido Republicano, su agenda, los candidatos para las elecciones de noviembre y muchos de sus votantes.

Primeras fisuras

Pese a la ametralladora retórica de Trump, que sigue hablando también de “una utilización como arma política de las fuerzas del orden sin precedente”, su mensaje puede estar perdiendo oxígeno. Numerosos políticos de su partido mantenían este viernes el cierre de filas alrededor de su líder que han estado escenificando desde el lunes, una unidad en la que también participan los medios conservadores y sus principales figuras.

Empieza a haber también, no obstante, congresistas republicanos, especialmente los que desempeñan funciones en comités vinculados a seguridad nacional, que han pasado los dos últimos días mostrando más contención y cautela en sus mensajes, diciendo que querían esperar a ver cómo evoluciona la investigación. Quizá intuían la gravedad de lo que late tras el registro en Mar-a-Lago, confirmado este viernes.

Queda por ver ahora los siguientes pasos que da Justicia. La Casa Blanca, por ahora, se está esforzando por mantener distancia con las acciones y decisiones de Garland, de las que asegura desde el registro del lunes que el presidente, Joe Biden, no ha ido teniendo información previa. Y queda también ver cómo reacciona la base más radical y fiel a Trump, que está escuchando llamadas a la “guerra”, una respuesta violenta que el jueves empezó a cobrar forma cuando un hombre armado, que luego fue abatido por las autoridades y que se investiga si está unido a grupos de extrema derecha, intentó entrar en una oficina del FBI en Cincinnati.