Brasil ha entrado oficialmente en la carrera electoral con vistas a la primera vuelta del 2 de octubre. Si bien tanto el presidente, Jair Bolsonaro, como Luiz Inacio Lula da Silva ya estaban en la práctica en campaña, es a partir de este martes que se autoriza la publicidad partidaria y la realización de actos públicos. La pelea por la presidencia nunca estuvo tan marcada por la tensión desde que el país recuperó la democracia, a mediados de los años 80. La razón de esa zozobra es el inusitado cuestionamiento que hizo el propio Bolsonaro de la transparencia del resultado, con la velada amenaza de una intervención militar. Por el momento, las encuestas no favorecen al capitán retirado. Según un reciente sondeo de la consultora IPEC, Lula tiene una intención de voto del 44% y le saca 12 puntos de distancia. Un 46% de los brasileños rechazan la figura de Bolsonaro. El candidato del Partido de los Trabajadores (PT) tiene una imagen negativa del 33%. En caso de celebrarse una segunda vuelta, el último domingo de octubre, Lula se impondría por una ventaja mayor.

El actual mandatario cree que todavía es prematuro augurarle una derrota y ha decidido recortar ventajas respecto de su principal rival por todos los medios: de un lado, un paquete de medidas destinado a los sectores sociales más castigados y, a la par, mantener su discurso de desconfianza hacia las instituciones electorales. El 7 de septiembre, el Día de la Independencia, la ultraderecha hará su primera demostración de fuerza en Río de Janeiro.

"Después de 50 años de vida pública, entre ellos ocho como presidente del país, regreso al lugar donde todo comenzó: la puerta de la fábrica", dijo Lula sobre su primer acto en la planta de Volkswagen, en la periferia paulista. Allí, donde se forjó su leyenda política, entregará "un mensaje de esperanza".

Los escenarios de la disputa

Los analistas estiman que a medida que se acerque la fecha de la primera votación, Bolsonaro estaría en mejores condiciones de acercarse a su oponente. "La economía juega a su favor, pero eso no es todo. Con el inicio de la campaña, la comunicación gana aún más peso. Y la fluidez de Bolsonaro en el lenguaje de las redes sociales no ha sido igualada por nadie, ni siquiera por Lula, que construyó su vínculo con el electorado en otra época. Ese capital puede ser suficiente para elegirlo. Pero cuando va a las redes, está claro que se encuentra desfasado", señaló Joel Pinheiro de Fonseca, columnista de Folha de San Pablo. "Hace 10 años, en los tiempos de ese artefacto prehistórico llamado blog, el petismo reinaba en internet. Los blogs al servicio del partido, que se hacían pasar por sitios de noticias, difundían narrativas favorables mientras demonizaban a la prensa seria, apodada PIG (Partido de la Prensa Golpista). Lo que sí ha cambiado entretanto son las redes sociales, que entonces estaban en pañales y ahora dominan el espacio". Lo que se espera a partir de esta semana es que el espacio virtual no solo se inunde de publicidades estatales sino una ola más agresiva de fake news, a pesar de la censura del mismo Tribunal Electoral.

La primera prueba de fuego del bolsonarismo será el Día de la Independencia. El Ejército parece haber tomado distancia de la participación en el mitin de Bolsonaro, quien ha pedido a la Armada y la Aviación que se sumen a la actividad. "Por primera vez nuestras Fuerzas Armadas y auxiliares desfilarán en la playa de Copacabana", anunció Bolsonaro. "Tenemos algo tan o más importante que nuestras vidas, que es nuestra libertad. Eso debe hacerse explícito el próximo 7 de septiembre", añadió.

Lula, quien lleva como compañero de fórmula a un excontendiente en los comicios de 2006, el conservador Geraldo Alckmin, se dispone, como en otras elecciones, a recorrer el país. Los encargados de su seguridad no descartan la posibilidad de que deban enfrentar situaciones inesperadas debido a la agresividad ya manifiesta del bolsonarismo más radical.